Muralla china entre USA y México y el waterloo de Trump

POR FERNANDO FERNANDEZ DUVAL

Podría decirse también, el muro, o la muralla china contra los bárbaros que habitan al sur del Río Bravo del Sur que ya empieza a ser objeto de la próxima campaña electoral de 2020 en Estados Unidos, donde el presidente Donald Trump y los Demócratas forcejean como gladiadores romanos en el epicentro de la batalla política para las elecciones del año venidero.

Para algunos analistas, la construcción del muro es cuestión de vida o muerte para las pretensiones de Donald Trump y los sectores republicanos que lo apoyan, mientras que para los demócratas, es el stop que podría ponerle freno a su carrera para quedarse residiendo como anfitrión en la oficina oval de la Casa Blanca.

De acuerdo a esos analistas, la construcción de ese muro es el regalo indiscutido y el aliciente totémico ofrecido con un extraordinario simbolismo por el presidente a su electorado con mentalidad conservadora, supremacista, xenófoba y racista, principalmente de origen anglosajón, que habita el medio oeste y el centro del territorio de Estados Unidos, que podría ser más de un tercio del electorado, suficiente para poner en aprieto a cualquier contrincante y que por esa razón favoreció ampliamente la boleta que encabezaba en 2016, que le permitió derrotar a la candidata demócrata Hillary Clinton, y obtener los votos requeridos en las elecciones para conservar la mayoría en el Senado, el año pasado.

Después de dos años de gobierno que serán cumplidos este 20 de enero, con buenos resultados económicos más allá de lo esperado, con un crecimiento del PIB de más de 4.2% y del empleo, aunque dando traspiés como el borracho para poder cumplir con sus otras promesas de campaña, con los escándalos y el vedetismo salpicándolo permanentemente y el impeachment y el  preámbulo de una crisis global, ambos como fantasmas merodeando en sus alrededores, el presidente Trump está compelido a enfrentar bien temprano a los Demócratas para ir perfilando su estrategia y su táctica de campaña, que también están en lo suyo para llevar a la Casa Blanca a uno de los de sus filas, evitando que éste retenga sus fuerzas electorales pretorianas y acumule otras para el torneo electoral del 3 de noviembre del 2020; creo sin embargo, que el presidente por ahora está echando la pelea con su mejor arma desde una posición maximalista, craso error, pues de perderla, podría colocarlo en un callejón sin salida y salir trasquilado.

El cierre del gobierno, el más largo desde que los presidentes Bill Clinton y Barack Obama lo hicieran durante sus respectivas gestiones, para que los demócratas de la Cámara de Representantes le apruebe 5 mil millones de dólares para construir dicho muro, es indudablemente un recurso político que busca comprometer con un alto costo político a los demócratas, pues de no obtemperar a sus pretensiones, por un lado responsabilizarlos de los supuestos problemas fronterizos que él invoca, que coinciden sospechosamente con la marcha centroamericana para atravesar la frontera, y por el otro de las consecuencias que se deriven del cierre del Gobierno Federal, desde hace más de 18 días, y que todo indica, de acuerdo al discurso del presidente Trump, puede prolongarse indefinidamente si el gobierno y la Cámara de Representantes no arriban a algún acuerdo en los próximos días que le facilite los recursos que le ponga fin, antes que se convierta en una crisis nacional.

En el discurso dirigido al pueblo de Estados Unidos este martes 8 de enero por la noche a través de una cadena de televisión, el presidente volvió a inyectar el miedo y la inseguridad, colocando una vez más a los inmigrantes latinoamericanos como el chivo expiatorio de su objetivo electoral y como los demiurgos de todos los males que acusa Estados Unidos de América.

Dijo el presidente Trump que la seguridad de Estados Unidos depende de la construcción de ese muro: habló de crímenes, tráfico de drogas, presencia de mano de obra ilegal que echa a perder el trabajo del ciudadano de su país y enfermedades que penetran subrepticiamente por la frontera con México, con lo cual busca convencer a la población estadounidense de la necesidad de ese muro, dejando de lado el otro lado norte de la frontera con Canadá, donde exponencialmente, debido al nivel de desarrollo de ese país, se dan también esos y otros problemas fronterizos, no menos importantes.

De no lograr definitivamente que la Cámara de Representantes le apruebe los recursos demandados para el muro, o de no llegar acuerdos con la mayoría demócrata en esa cámara, la crisis de algunos servicios básicos y la falta de pagos a los empleados públicos afectados, se prolongarían a límites insoportables, y entonces si el presidente Trump no logra convencer con su retorica a la población para que esta a su vez presione a los Representantes la construcción de ese muro, éste se vería obligado a desactivar el cierre temporal del gobierno, porque no solo los afectados directamente, como los empleados que no han podido cobrar sus sueldos, sino el resto de la población aquejada por las carencias de servicios básicos en sus comunidades se lo exigiría, con lo que evidentemente perdería esta batalla y parte de su capital político se iría desencantando y mudando hacia otras ofertas electorales.

 

 

 

 

 

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