POR: CHRISTIAN PANIAGUA / La Biblioteca Nacional Pedro Henríquez Ureña está de fiesta

POR: CHRISTIAN PANIAGUA*

…alguien dijo “si quieres conocer un país ve primero a sus cárceles”. No desafío esa frase, así obran determinadas sociedades. De todo hay en la viña del Señor. Pero, prefiero proclamar que ¡si quieres conocer un país ve primero a sus escuelas! Donde “Docencia” es ama y señora: cincel en manos del maestro que esculpe los rasgos del ciudadano que pronto estará a cargo del país en cuestión. Luego, si el libro es carburante que sostiene e impulsa la caldera del saber, surge -por sus fueros- la Biblioteca -magnánima- radiante, sumisa como la novia linda que espera a quien llegue y la despose. ¡Si, bendita eres, Biblioteca!: Edificio o local donde se conservan un conjunto de libros ordenados y clasificados para su consulta o préstamo bajo determinadas condiciones. De ahí que la Biblioteca es una escuela, corazón del sistema educativo y, órgano perfecto -claro- sin menoscabo a otras bellas piezas del tinglado: los profesores. Ante ellos me inclino como igual admiro la sublime importancia de ese sitio, llamado biblioteca que, para gloria y honra nuestra -país privilegiado- tenemos la más prestigiosa y acabada Biblioteca Nacional Pedro Henríquez Ureña, de pláceme porque reciente cumplió 53 años de fundada: majestuosa y galante. A la orden. Siempre presta a servir lo mejor de sus oficios…

Nunca imaginé -hasta integrarme al equipo- que una institución con recursos limitados pudiera dar tanto con tan poco. ¡Dios es bueno! Soberana magia inspira ese lugar para ser tan dinámico en su obrar. ¿Cuál luz os ilumina que apenas hace sombra? La respuesta llegó simple -como son las cosas cuando se mira sin apasionamiento- El pasado 28 de febrero descubrí el fenómeno: “¡Increíble!”. El edificio de la Biblioteca en la Plaza de la Cultura Juan Pablo Duarte lucía galante -de fiesta- el personal celebraba, junto al director Rafael Peralta Romero. Festejaban un año más de servicio, entre conferencistas, escritores y amigos de la lectura, el director les daba la bienvenida a los visitantes y al personal comprometido con el servicio -puro y simple- con calor humano y encomio. Comprendí que no se trata del mago fabuloso que trueca estrellas por poesía y las coloca bajo la almohada de cada empleado, para que alumbren sus sueños. No. Puede ser que suceda, pues la intención del director rebosa.

Soy testigo de que, director y empleomanía están compenetrados -un solo equipo- que elevan a la apoteosis la decisión de SERVICIO AL PUBLICO: todos a una. ¡Sí! Tal era la satisfacción individual de cada empleado en darlo todo por la institución que me sentí a gusto -acogido- y, ese deseo de interesar, en cualquier terreno; es rendir y hacer de la eficiencia la mejor carta de presentación. ¡Ole, señor director, Rafael Peralta! -periodista, escritor y catedrático- que hizo de las letras y los libros su bien más preciado y que no vacila en darse al prójimo. ¡Enhorabuena! ¡Adelante! Utilizar lo que se tiene para el mejor provecho del estudiantado es una obra de arte. Esa acción -armonía entre director y personal- se asemeja a cuando el sabio Confucio fue designado administrador de los graneros del reino -equivalente al Ministerio de Agricultura- a partir; jamás se distrajo ni un solo grano de arroz y toda China gozó -felices- ver rebosados sus graneros…

La Biblioteca Nacional Pedro Henríquez Ureña, ubicada donde antes fue la casa del dictador Trujillo, luego, diseñada e ideada por el presidente Joaquín Balaguer para ser la mejor y más servicial del Caribe y Sudamérica -según estadísticas- es cenáculo del saber nuestro dónde solo quedan las verjas. La edificación está remozada. Aquí -llegó el libro- y primó sobre los actos retrógrados de aquella tiranía que nos desgobernó y ¡qué bueno! Desterrar los espíritus dictatoriales e instalar las musas y las buenas letras fue elevar el bien sobre el mal y victoria para el espíritu de un pueblo que bien lo merece. Dicho eso: Vale visitarnos. Redimir juntos los latidos del corazón de nuestra memoria histórica -somos tu segunda casa- llega y sentirás la calidez del personal. Pero lo mejor -si el conocimiento es poder- ven: lee, aprende y empodérate hasta lograr la honra de ser tú mismo y, el Cielo: único límite…

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*CHRISTIAN PANIAGUA escritor dominicano.

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