POR J. ESTÉVEZ ARISTY / Fiona abusó del municipio de Yuma

POR J. ESTÉVEZ ARISTY

Por más que se adorne y se diga lo contrario, los huracanes son sádicos, depredadores y misántropos. A ellos no les importa el sufrimiento ajeno ni la lucha del humano para levantar una casita ni plantar un árbol.

   Su corazón está cargado de agua, pero de agua turbulenta e inhumana. Sus manos son de filosas hachas y cuando no, de machetes, mochas y cuchillos de acero del peor material y puño.

   Hay gente que justifica a los huracanes y promulgan sus bondades, pero yo no.

   Viví en Yuma los embastes del huracán David y la tormenta Frederic, y eso fue el mismo diablo prendido, no en candela, sino en agua asesina.

    Luego en la provincia y municipio de La Romana tuve la desgarradora experiencia de observar, impotente, los desastres del huracán George.

    La palabra huracán es aborigen y su composición silábica suena como algo malo. La versión gramatical española la iguala a ciclón y a tifón, dos palabras castellanas que riman con destrucción y desolación porque terminan en «ón».

    A los árboles dominicanos los cortan o los arrancan de raíz tres enemigos impunes: la depredación haitiana, el conuquismo y la ganadería primitiva, y, en último lugar, los huracanes.

   Un cristiano me dijo que los huracanes eran castigos divinos por la maldad de la gente y yo lo respondí. «Adultos, niños, adolescentes, jóvenes y ancianos desamparados sufren mucho y hasta mueren y Dios no puede placerse en ello».

    Fui hace poco a San Rafael del Yuma y a Boca de Yuma a fin de contactar la desgracia ecológica y el desamparo de mi gente y eso me partió el alma.

    Me dolió que Luis Abinader no se llevara de Néstor Julio Castillo y no fuera a palpar también los extremos de esa desgracia. Los malos asesores gubernamentales trazaron una agenda presidencial solo de municipios cabecera de provincias con un crayón errático.

    Pero, lo más importante para la zona del desastre ambiental y humano, es que Abinader le está metiendo las manos a Yuma y Boca de Yuma de forma prioritaria y sin preselección política.

  

Irving Rodríguez, por el lado privado, consiguió la Casa de la Cultura yumera como lugar de acopio a las donaciones materiales y una cuenta bancaria en el Banreservas que ya ronda los 12 mil pesos.

   Los yumeros ausentes, personas e instituciones de buen corazón deben activarse en procura de captar ayuda para las familias yumeras de casas sin techos, paredes rotas o derrumbadas, falta de alimentos, agua potable, ropas, colchones, entre otras serias carencias.

  Los comunicadores yumeros tienen que difundir la especie trágica y la desolación familiar, tocar la puerta de sus amigos de poder político y empresarial y virar sus carteras a beneficio de las carentes manos yumeras.

   Y cuando se restablezca la energía eléctrica en la provincia, es imperioso que se realice un radiotelemaratón para los damnificados de Higüey, Yuma, Bayahibe y Boca de Yuma.

  Hay que recalcar que el río Yuma remató con una crecida sin precedentes metiéndose a dos barrios del lugar a ahogar y humedecer todo.

    Pero, a fin de cuentas, no se puede mantener por años una ayuda parasitaria para los desvalidos yumeros.

    Es hora de implementar la fábrica de Jugos «Camposano» en el perímetro de este municipio oriental, con fondos gubernamentales ya prometidos ante Néstor Julio Castillo y sus hijos por el señor presidente Luis Abinader, para favorecer a 300 familias yumeras y a los productores de frutas del entorno.

    El desempleo en Yuma ronda el 79 por ciento y eso da pena.

    Néstor Julio Castillo tiene en sus manos cien fichas ya firmadas por las fuerzas vivas de esta comunidad pidiendo al gobierno central dicha fábrica. Buen momento para entregárselas a Luis Abinader Corona para que sintonice con este clamor popular y acelere ¡a implementación de la fábrica salvadora.

   Alguien me dijo que «no hay mal que por bien no venga». Contrario a como pasó con el evangélico, a este sí le di la razón, pero jamás deseando que un huracán tan despiadado, con un campo nuboso tan extenso e intenso y con un desplazamiento tan lento se volviera a meter por las vulnerables costas yumeras para desgraciarle la vida a tanta gente de manos y de carteras vacías.

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