POR J. ESTÉVEZ ARISTY / Las gobernaciones provinciales

De izquierda a derecha las gobernadoras de La Romana, Lic. Jacqueline Fernández Brito, de Monte Plata Rafaela Javier Gomera y de Hato Mayor. profesora Julia Mery Vásquez Güichardo. 

POR J. ESTÉVEZ ARISTY

   Representando al Poder Ejecutivo en las provincias, las gobernaciones provinciales son imprescindibles si dotadas están de las herramientas necesarias para resolver reclamos inmediatos y perentorios de sus ciudadanos.

   El último gobierno del Partido de la Liberación Dominicana le proporcionó a estas gobernaciones recursos mínimos para resolver problemas provinciales, pero estos fondos nunca fueron suficientes.

    Las necesidades provinciales crecen y se multiplican a ritmo acelerado.

    Difícilmente un ciudadano pueda entrar en contacto directo con un presidente de la República, pero sí puede contactar con facilidad a un gobernador y o a una gobernadora.

    Actualmente, las gobernaciones provinciales del Partido Revolucionario Moderno, desde la provincia La Altagracia hasta Pedernales, son dirigidas por mujeres. Siendo así, es notoria la discriminación para el género masculino, contrariando la igualdad constitucional de género.

  Sin embargo, independientemente de su estructura cien por ciento feminista, los recursos que deben tener estos estamentos territoriales para desarrollar su praxis social, son muy precarios y menos que los otorgados por el PLD.

    Con los ingresos que tiene el país en materia impositiva, estás gobernaciones están llamadas a ser dotadas de un mínimo aporte presupuestario de tres millones de pesos mensuales.

     Con esta suma se podrían resolver muchos problemas ministeriales, dada la casualidad de que los ministerios concentran sus presupuestos en agendas competitivas determinadas y no hay medios para colocar sus oídos en los crecientes y espontáneos reclamos populares.

    Los problemas gubernamentales a resolver, vienen expresados en dos vertientes: los colectivos y los individuales.

     La realidad impone que muchas carencias en los dos renglones, recurran al Palacio provincial para buscar solución o alivio. Las gobernaciones no pueden sucumbir en los brazos de la impotencia. A veces un aporte en salud de 5 mil pesos determina la vida de una gente.

     Mueren de inercia las gobernaciones, por ejemplo, cuando no pueden resolver un problema de equipos deportivos de una liga beisbolera, como también cuando no pueden socorrer un sencillo reclamo de una receta médica para beneficiar a una madre soltera, cargada de hijos, de carencias y lágrimas.

   En lo que el hacha va y viene, descansa el cabo. De modo que mientras se realizan reformas para que opere un Estado eficiente con Ministerios eficientes y se erradique la práctica del otorgamiento a los munícipes de pescados y no de la vara de pescar, las gobernaciones están llamadas a auxiliar las urgencias ciudadanas por responsabilidad social y hasta electoral.

    Regularmente las alcaldías y las gobernaciones constituyen una especie de Poder municipal donde los ciudadanos suplen la ausencia de un Estado que no puede ser presencial y constante ante los requerimientos del pueblo.

     Cabe acotar que el presidente de la República es único y no puede clonarse ni estar a la vez en el Palacio y en el corazón de infelices latidos  de los barrios provinciales.

     Ingeniosamente, el proyecto de constitución del patricio dominicano Don Juan Pablo Duarte, colocaba al Poder Municipal en primer lugar y por encima de los restantes tres poderes del Estado dominicano.

    Yo añado y fusiono a esa propuesta constitucional del poeta patricio al Poder Provincial.

    Luis Abinader Corona, actual presidente constitucional de la República, tiene que impulsar una Reforma constitucional para que los municipios y las provincias sean más independientes y expandan su poder administrativo hasta los extremos de la holgura.

    No es de buen gusto que provincias como La Altagracia, La Romana y Santiago Rodríguez, las que aportan tantos recursos al fisco, reciban año tras año tan pobres partidas presupuestarias.

    La mayor parte de los impuestos provinciales aportados por los bolsillos populares, de la clase media y de los empresarios, deben quedarse en las demarcaciones territoriales provinciales y ser administrados de forma directa por sus autoridades.

     En lo que ese sueño administrativo llega, las gobernaciones tienen desde ya que ser dotadas de holgados recursos para dejar de ser infuncionales, centros de belleza de maniquíes de polvo y pintalabios para la foto del aguaje político.

     Estos fondos provinciales, si se suministran, tienen que ser muy vigilados para que no pase lo ocurrido con una Gobernación morada, la que recibía 800 mil pesos mensuales en sus arcas y reventó su nómina con botellas puntuales, mientras negaba a una institución cultural 15 mil pesitos mensuales para tirar una obra literaria de cien ejemplares cada 30 días de un joven escritor provincial sin apoyo de nadie.

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