POR J. ESTÉVEZ ARISTY / La violencia y el delito cuando no insultan, golpean y matan

POR J. ESTÉVEZ ARISTY

La fresca y abominable información que da cuenta de que un policía mata a su ex pareja, exsuegra, excuñada, a un hombre que la perseguía, dejando a un niño mal herido, nos lleva a impulsar la reforma policial y estimula el desarme poblacional porque no todo el mundo puede tener un arma.

  La violencia es una tipa Iracunda, irreflexiva y guillada de irracional que no piensa bien y que actúa fuera de lo normal. Por su parte, la soberbia degenerada pierde los estribos con facilidad y cuando no insulta, golpea y cuando no golpea, mata.

   La sociedad dominicana de hoy en día se ha dejado contagiar de tan ligero personaje. Se agrede y mata hasta por una guiñada de ojos.

   He observado que en los accidentes de tránsito chocan, después del choque, la falta de control y la carencia de juicio. El insulto es común, las agresiones, los cuchillos, machetes, revólveres y pistolas.

   Se mata hoy a cualquiera, hasta por un simple quítame la paja y hasta por un desliz inintencional.

   Los niveles de educación se han ido a la porra y se impone un vulgar y analfabeto proceder.

  La muerte de Manuel Duncan de manos del expresidente de la DNCD, por una simpleza ridícula provocada por un kachups derramado, revela que hemos perdido el juicio y que hemos caído en la etapa del Delirium tremens.

   Aquí ya Juan Sonso se llama Trucutú y Trucutú Pedro Animal y ambos Los estralopitecos.

   Recientemente un joven tecato agredió hasta dejarlo por muerto a un infeliz sereno porque este se negó a darle cincuenta pesos. Lo agravante del caso es que este hecho transcurrió al lado de mi propia casa. Ahora el agresor recorre las calles de la barriada con un machete en manos, mientras sus familiares guardan en una gaveta un papel psiquiátrico que lo tilda de loco.

    En visita que realizará a José Alcántara Almánzar en compañía del editor Isael Pérez le hablaba de lo importante que era salir y juntarnos para poder existir. Este me dijo que no salía ya a ninguna parte porque una vez lo hizo y casi al frente de su propia casa lo atracaron y despojaron del celular.

    Y en cuanto a los feminicidios, las tesis se deben replantear para evitar tantas horripilantes catástrofes. Una fórmula previsores, debe formular el Estado Dominicano.

    Anda pa’l diablo. Esto está de pegar el grito al cielo, señor Abinader.

    Sabemos que la violencia latinoamericana es pandémica protagonizada por un ser humano con un corazón de lobo y unas garras de tigre de Bengala sediento de violentar el status quo establecido.

    En estos momentos turbulentos de la vida moderna, los textos jurídicos y sociológicos que explican la concurrencia del delito deben de ser sustituidos por los textos mosaicos. Y es que debe ser aplicable pero urgente el ojo por ojo y el diente por diente.

   No se puede justificar la conducta del delincuente porque cebamos al delito. El que obra mal no puede disculparse. La severa justicia tiene que levantarse y juzgar al que delinque sin titubeos y sin justificar su inconducta.

   El niño de conducta reprochable, según Forest, desde muy pequeño empieza a dar problemas, se asocia con otros niños de igual inconducta, roba cosas caseras, se escapa de la casa y de la escuela, se mete en problemas con los demás y cuando es apresado casi siempre en la adolescencia, dice que la sociedad le falló y termina culpándola de su mal.

   Nada menos cierto. Fue él quien le falló a la sociedad, como le fallan los jóvenes, adultos y viejos que delinquen. Y por tanto merecen penas duras y durísimas para que enderece su inconducta y sea un hombre de bien.

   Ante el delincuente, el Estado tiene que aplicar la legítima defensa. No matar al delincuente, pero eliminar los privilegios carcelarios.

   En la cárcel deben de hasta comer menos y racionalizarle el agua.

  Según Forest…

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