POR J. ESTÉVEZ ARISTY / La derrota de la filosofía temporal, Google y el 2024

El filosofo polaco Leszet Kolakowiski y el logo de google.

 

POR J. ESTÉVEZ ARISTY

    Leszet Kolakowiski, fue un filósofo polaco, que tuvo acierto al tratar el tema del pasado. Sostuvo que el misterio del tiempo (pasado, presente y futuro) había absorbido y atormentado a casi todos los principales filósofos, desde San Agustín hasta pasar por Bergson, Husserl y Sartre.

    El filósofo de marras, define al pasado como un océano de acontecimientos que una vez ocurrieron y esos acontecimientos, según éste, “o bien han quedado en nuestra memoria, es decir, sólo existen como una parte de nuestra realidad psicológica, o lo hemos reconstruido a partir de nuestra experiencia actual del pasado, siendo ello lo real y no el pasado como tal».

   A decir verdad, todo lo imaginamos, incluso nuestro pasado. Reconstruir el pasado es reconstruir nuestra percepción del mismo, a partir de gravillas temporales anteriores que van levantando la zapata de un edificio penumbroso, muchas veces impreciso. Recordamos el cumpleaños número 15, pero no todos los detalles de ese día.

    El pasado también se diluye con nuestro olvido o nuestro deseo de no querer recordar una realidad vivida, por algún interés particular.

    Recordar no es más que calar a saltos puentes claroscuros del pasado. Nadie es capaz de tener una memoria intacta y exacta de todo lo que acaeció en un ciclo determinado.

    En República Dominicana, el presidente de la República, Luis Rafael Abinader, dada su afirmación de ir a Google para rememorar el pasado de ciertos ex, ha puesto en el tapete la importancia del pasado para descategorizar el pontificado político de los actores presentes, de cara a lo actual y al proceso electoral que se avecina en el 2004.

    Ni San Agustín, ni Friedrich Nietzsche, ni Edmund Husserl ni Sartre atinaron a ver la importancia de ese archivo histórico global y al alcance de todos, construido para rememorar el pasado con previsión matemática, evaluar hechos y personajes y cerrar de una manera objetiva las brechas que todos tenemos para recordar con lucidez el instante que transcurrió, sus hechos y hasta la participación de sus personajes antagonistas.

   Google no es una ideología ni una escuela conductual. Es una rica plataforma que de manera democrática presenta el pasado con fecha, hechos, personajes, opiniones, fotos, vídeos, audios, artículos, libros, folletos, revistas, referencias, biografías, corrientes analíticas análogas y contrarias, que pueden ayudar mucho a refrescar la memoria de un votante olvidadizo.

    Definitivamente, el pasado reciente de los últimos 20 años de historia política dominicana, está ahí, en la red, para desmachar la desmemoria, esclarecer confusiones y colocar contra la espada y la pared a los Santos de hoy, pero que fueron demonios en el ayer y defraudadores de la confianza popular.

    Tampoco la filosofía temporal previó que en política se le puede ayudar a la gente a memorizar, presentándoles el dato histórico insoslayable y conducirlo a una certera decisión en el presente.

    Luis Abinader Corona, actual presidente de la República Dominicana, ha metido a la portentosa plataforma digital Google en la política del patio, sin ésta admitirlo ni quererlo.

    El fenómeno dominó, viene duro en los procesos electorales latinoamericanos, aplicable a todos los países del mundo. Los que están en los gobiernos, abrirán los datos para competir y contrarrestar a todo pasado que pretenda instaurarse de nuevo, pretendiendo echarlos del poder.

    Cuando a la barra de introducción de Google se le entre la palabra Corrupción dominicana en los gobiernos de Leonel Fernández y Danilo Medina, para citar un puntual ejemplo, aparecerán los datos escalofriantes que colocarán al electorado dominicano en la siguiente encrucijada: reedición del pasado corruptivo o, por el contrario, la aniquilación de los avances arrastrados por el cambio sobre ese mismo pasado.

    Si esto no se produce, la gente de Luis sacará los trapos sucios de Leonel y Danilo, para dejarlos en paños interiores, llenos de vergüenza.

    La filosofía temporal sufre hoy un duro revés: millares de electores, con sólo poner un título general en la barra de Google o leer la propaganda informática de los perremeistas, podrán tener la misma percepción del pasado político reciente e ir a las urnas en el 2024 con «un nunca más» entre ceja y ceja o un irresponsable «que vuelva el pasado y que, entre otra vez, el mal».

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