POR J. ESTÉVEZ ARISTY / Los demonios de la zona colonial
POR J. ESTÉVEZ ARISTY
La XXIV Feria Internacional del libro, Santo Domingo 2022, fue celebrada en la zona colonial del 23 de abril al 2 de mayo, con muchos más aciertos que minúsculos deslices, según se pudo observar de manera imparcial y objetiva.
Los demonios de la zona colonial, dentro de ella o fuera de ella, se desataron ante su impacto para satanizarla con críticas mendaces, argumentos baladíes y retórica resentida.
Del Ministerio de Cultura se sustentaban muchos de esos demonios, de hermética y celosa burocracia, los que, al ser despachados hacia su casa hasta segundo aviso, se han cebado de resentimientos individuales, miopías críticas e irritaciones tozudas y abruptas sin reflexión y sin comedimientos, sin límites y sin control, con peros, no obstantes y constantes, sin embargo.
Otros demonios no pudieron penetrar al círculo cultural oficial y eso los tiene despistados, soberbios y vengativos desde sus centros espiritistas, locos por ocupar las oficinas culturales para desde allí montar su ritual malvado, hacer que bajen los loases de sus exclusiones, y aprovechar todas las propuestas culturales nacionales e internacionales para proyectar solo su ego, su avasallante figura literaria y su imponente arraigo cultural.
Aquellos que se creyeron dueños y amos de su autoselección y dictadores de exclusiones, sobre todo de escritores y agentes culturales orientales –todavía siguen desde la esfera privada disfrutando de sus omisiones sádicas–, no paran magnificando nimiedades, sobredimensionando tropiezos y sacando trapos chismosos para afear el cordel cultural y las ropas limpias tendidas ante los ojos del mundo en esos días de impacto cultural ineludible.
El primer acierto del actual Ministerio de Cultura, fue realizar de manera presencial la Feria Internacional del Libro, luego del receso impuesto por la pandemia del Covid.
Nadie le coarta a esos demonios de la zona colonial el derecho a expresarse libremente ni realizar sus vengativo rituales, pero, por Dios y su hijo amado, empiecen sus críticas entendibles reconociendo, por lo menos, este primer acierto.
Dedicarle esta Feria Internacional a Pedro Peix y a Carmen Natalia, dos duendes buenos de la zona colonial y del país, fue otro acierto, sobretodo cuando se resalta a una mujer en medio de una sociedad donde las intelectuales dominicanas exigen mayor espacio participativo para proyectar sus obras y sus figuras.
Escoger como invitado especial a la Unión Europea y con ello la integración de tantos países, es propio de mentes brillantes y sanas, no de aquellas perturbadas por sus miopes demonios y su deseo malvado de que todo quede mal para pescar en río revuelto.
Otro acierto fue armar dicha Feria con un maltrecho presupuesto, el cual fue manejado con absoluta pulcritud y austeridad, lo que evidencia que la inmoralidad del derroche y el desvío de fondos brilló esta vez por ausencia, rechazo y condena.
Con ese presupuesto sin holgura, pero bien manejado, se hizo lo suficiente para relanzar la susodicha feria, con tal esplendor que ni la lluvia, como expresó el merenguero dominicano, pudo dañar la fiesta cultural del Libro y sus graneadas actividades vinculantes.
Testifico que por segunda ocasión fui un domingo a la convocatoria cultural bajo una pertinaz llovizna y mi sorpresa fue evidente: con trajes impermeables, muchas sombrillas y abundantes paraguas, bajo pedazos de periódicos, cartón, gorras, sombreros o boinas, la asistencia fue extraordinaria, entusiasta y desafiante.
Otro logro digno de reconocimiento, lo fue el continente y el contenido del programa a desarrollar en dicho evento con factura internacional preponderante.
A saber: 70 invitados de 15 países, 12 autores de la diáspora, 100 sellos editoriales internacionales y 150 escritores nacionales, 85 nuevos libros y revistas, 15 pertenecientes a la editora nacional, 60 talleres literarios para jóvenes y adultos, 30 talleres infantiles, 50 ciclos formativos y 50 conferencias y conversatorios. Y para no cansar, muchas más actividades que esta, hablando en términos cuantitativos, pero de igual calidad y resonancia que las anteriores.
Quien pide más de ahí, «es un gandío». Sin embargo, tranquilos, demonios de la zona colonial, dentro y fuera de esta área cultural seleccionada para la Feria de manera puntual, desde su crítica meliflua hasta al espacio donde se desarrolló la Feria.
En medio del accionar de sus caballos satánicos, tomen en cuenta que los espacios históricos son para visualizarlos, saborearlos y palparlos, no «reliquias frías» para loor sólo del ojo extranjero en desprecio del dominicano común con derecho a su disfrute.
Millones de fotos fueron tomadas con fondo de estas paredes coloniales para llenar de vergüenza a los gurús que les importa un bledo esta zona y quiénes nunca se han integrado allí a un plan de limpieza municipal para recoger un simple vaso plástico ni siquiera el envase de una menta de fruta.
Contrario al estrabismo de los loases del ex Ministerio nalga suelta, con derroche presupuestario y «señoritos de letras nulas», pagados para jodiendas inmorales, millares de dominicanos, desafiando nublados color plomizo, lluvias y lloviznas, disfrutaron de su feria, con más luces que el carajo y contra los envíos provenientes de centros espiritistas fomentadores del odio personal y de frecuentes invocaciones de la desgracia de la gestión de doña Milagros Germán, tan plural y democrática que muchos de los chamanes fueron invitados, sin importar sus maleficios, invocaciones y oraciones soltadas desde el oscuro latín de sus almas dolidas. ¡Fuéquete!
Comments are closed here.