POR J. ESTÉVEZ ARISTY / ¿Puede un escritor dominicano obtener un Nobel en literatura?
POR J. ESTÉVEZ ARISTY
Con relación a la pregunta del encabezado, tendíamos que buscar, en primer lugar, una buena propuesta literaria desde el pódium de esta península situada en el mismo trayecto del sol.
Y pregunto: ¿Qué candidato dominicano al Nobel literario sería el más idóneo, tomando en cuenta la proyección internacional de su producción poética, ensayística y/o narrativa?
La selección se hace difícil por variadas dificultades: la escasa difusión en el extranjero de obras de autores dominicanos, el gran problema de la traducción a otro idioma de nuestros partos literarios y, porque el Estado dominicano no tiene una política cultural definida para llevar a cabo tal impulso de las letras del patio.
Pese a esos escollos, Tony Raful, mi candidato, podría situarse como un buen prospecto para competir por este máximo galardón, dada la calidad literaria de sus creaciones y, sobre todo, de su poética. Sus vínculos con Mario Vargas Llosa, premio Nobel de literatura en el año 2010, le podrían ayudar en algo, así como su condición de embajador dominicano situado en uno de los cinco cetros culturales de Europa. Sin embargo, Tony debe publicar más libros de poemas y, si puede, dejar de lado la prosa, que estará siempre a un escalón menos que su destacado torrente poético.
El escritor José Mármol, pese a su corta edad, podría formar parte de una buena propuesta, ya que ha obtenido galardones nacionales e internacionales muy notorios, es el único dominicano perteneciente a la colección poética Visor, y ha fungido como jurado en certámenes literarios internacionales de gran respeto, hermetismo y renombre. Las paredes bancarias, en cierta medida, se tragan al creador libre, de tiempo completo a su poética, para organizar y participar en grandes foros internacionales de proyección personal y de su obra.
Ambos deben sacudirse de la inercia que engendra la humildad y ese fiar en el azar, para buscar la traducción de sus obras, aprovechando coyunturas favorables para ser incluidos en la selecta tómbola del Premio más sonoro en la rama que nos ocupa.
Sin embargo, en el 2016, el gran premio sueco, en el renglón que ponderamos, dio un giro inesperado, dejando perplejo al mundo literario y musical.
Bob Dylan, músico estadounidense, una estrella del rock de larga data, fue favorecido con el exigente galardón, sin nadie esperarlo.
El jurado sueco valoró en el cantautor, «haber creado expresiones poéticas dentro de la gran tradición de la canción estadounidense».
Después de este precedente, a Tony Raful y a José Mármol, este último propuesto por el escritor Manuel Matos Moquete, les desplazaría como mejor opción al Nobel, solo el cantautor dominicano Juan Luis Guerra; admirado hasta por el maestro Joaquín Sabina y calificado como el mejor compositor por José Luis Perales por la gran canción Ojalá que llueva café, Guerra reúne mejores condiciones que el candidato mío y el candidato de Moquete.
La proyección internacional del autor de la bien denominada Bachata Rosa, es invaluable. La gran fama de la calidad de sus textos poéticos es tan poderosa e influyente, que cantantes famosos aún se matan por sus letras, otros graban sus composiciones ya armonizadas en su voz e incluso hay canciones como Estoy colgando en tus manos que mencionan a 440, el grupo de soporte musical del flaco dominicano.
¿Qué hay que hacer para que Juan Luis gane el destacado Premio?
Primero enterrar la mediocridad, el egoísmo y la envidia. Segundo, insertar las letras de las canciones de Juan Luis Guerra a una editora internacional de gran prestigio que las publique en formato de libros en varios idiomas y que llegue a los suecos como una torta tropical, poética y sonora.
En tercer lugar, el Ministerio de Cultura, el Estado dominicano y la Academia Dominicana de la
Lengua, con Bruno Rosario Candelier a la cabeza, deben mover sus fichas y conformar un Comité Gestor y propositivo, con fondos estatales específicos que se muevan en ese sentido, pero a nivel internacional.
El autor de versos tan hermosos como «Viviré en tu recuerdo/ como un simple aguacero/ de estrellitas y duendes”, y de canciones tales como Cuando te beso y Ay, mujer, ganaría el Nobel con la facilidad de ensartar una aguja grande y pegar un botón de camisa.
Juan Luis Guerra, por su parte y para completar y complacerme, debería grabar una producción de Bachatas Rosas de su autoría con cantantes como Teodoro Reyes, Luis Segura, Frank Reyes, Antony Santos, Zacarías Ferreira, entre otros bachateros de renombre, y hacer una producción compensatoria de textos poéticos de escritores del patio, tal y como lo hizo Joan Manuel Serrat con Machado, Miguel Hernández, León Felipe, el Cristo Andaluz, Benedetti, Guillén, Galeano, entre otros.
Juan Luis Guerra, sin él impulsarlo ni quererlo, podría unificar a todo el país en ese sentido.
Lo siento por Tony Raful y José Mármol, escritores de gran calibre que admiro y respeto tanto.
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