POR J. ESTÉVEZ ARISTY / Señora deuda gubernamental

Por J. Estévez Aristy*

La señora deuda tiene malos hábitos, pero el peor es seguir cogiendo fiado y endeudándose hasta la irresistencia, en desmedro de la soberanía del país.

La señora deuda nos dice que al 30 de noviembre del 2021, el saldo de ella a lo interno y a lo externo en el sector público no financiado (SPNF) totalizó US$47,618.7 millones, representando el 52.0% del Producto Interno Bruto estimado, un récord demasiado alto y muy preocupante.

Ese saldo es anormal, desproporcionado y oprobioso, pero a la señora deuda nada le preocupa y sigue tan campante como el wiski aquel, de caminar etílico y alegre.

La señora deuda permite, momentáneamente, suplir la incapacidad de los gobiernos de los últimos 22 años, cuya responsabilidad debió ser intentar resolver los apuros del patio con recursos propios generados en sus déficits presupuestarios ante un Estado poco austero y amigo de vivir como en cherchas.

La señora deuda solo piensa en el hoy y no en el mañana y de manera irresponsable predica que lo mejor es estar regular en el diarismo, aunque en el mañana nos lleve el mismo diablo al centro del mismo infierno y al abismo de las inseguridades.

Cada niño que nace en la República Dominicana, ya carga sobre sus hombros el pago de una cuota de esa gran deuda nacional, pero a la señora deuda no les importan las cargas generacionales provenientes de esos ligeros dólares y euros que nadie cogió prestados ni beneficiaron a nadie sin consultar a ninguno.

La señora deuda tiene un slogan que repite mes tras mes ante nuestras incapacidad de solvencia financiera: «Coge prestado sin medir las consecuencias, hay que tener dinero, aunque sea ajeno, provenga de donde provenga, carajo, y que Compadre Pedro Juan siga bailando el jaleo.»

La señora deuda exige nuevos bonos soberanos, los que siempre mal administra y solo le interesa tener recursos sin dar un golpe viviendo dentro una burbuja económica ficticia, con los dientes delante pelaos, pero con caries hasta en la muela del juicio.

La señora deuda entiende que es más fácil resolver con dinero ajeno que producir bienes y riquezas, es haragana en su accionar e ineficaz en sus alegres desproporciones financieras.

Casi ya la señora deuda se hace irresistible y se alegra de haber salido del Fondo Monetario para explorar el mercado de los bonos soberanos, sin recetas económicas para guiar la economía, en virtud de que los acreedores soberanos, solo les interesa el pago puntual de sus réditos, por los siglos de los siglos, sin amén y sin intervención divina.

Un día, más temprano que tarde, la señora deuda no podrá pagar con exactitud sus intereses, entonces se armará la de San Quintín, el descrédito cerrará al país, la inflación ascenderá desproporcionadamente, el dinero va a escasear, la prima se elevará hasta lo insoportable, el descalabro financiero llevará bancos a la quiebra, el peso se devaluará hasta el desprecio, Lilís y sus papeletas sin valor volverán de nuevo, colmados y colmadones cerrarán sus puertas, los negocios colapsarán, no habrá ni para pagarle a los empleados públicos, mientras perderemos la soberanía en todos los órdenes por tener un país hipotecado hasta la coronilla, sin capacidad para darle ni un pantaloncillo al pueblo desprotegido.

La crisis que generará la señora deuda traerá perturbaciones sociales, incrementará la delincuencia, la huida de muchos patriotas hacia otros litorales internacionales, la desbandada del capital internacional, nuestro descrédito en el Buró de créditos, habrá más divorcios y menos matrimonios, el hombre y la mujer preferirán vivir solos, delitos como estafas y abuso de confianza crecerán, las drogas harán de las suyas, la poli se volverá más corruptos y las palabras dignidad y respeto se irán a la misma porra porque valdrán un bledo y nadie podrá restaurarlas.

Ese 52% de nuestro Producto Interno Bruto destinado al saldo de la deuda externa e interna, debería preocupar a las cabezas pensantes y sensibles del país. A la señora deuda, en nada le inquieta. Ella sigue feliz con los préstamos que cogieron Leonel Fernández, Hipólito Mejía y Danilo Medina y ahora Luis Abinader Corona. Y festeja la insensible señora, el mal manejo de estos recursos sin sudor laboral, festín de corruptos, políticos malvados y funcionarios alcahuetes de la peor calaña del mundo. ¡¡¡Carija y carajo!!!

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J. Estévez Aristy*: Abogado y escritor dominicano.

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