POR J. ESTÉVEZ ARISTY / El año nuevo de la educación superior dominicana
Por J. Estévez Aristy
El año 2021, fue un período educativo fatal para la Educación Superior Dominicana.
Más de 112,000 estudiantes desertaron de las aulas universitarias y todavía no han retornado.
El crecimiento económico del República Dominicana, según cifras oficiales, fue de un 12 % en el cierre de este año.
Al parecer, ese crecimiento es inversamente proporcional al desarrollo educativo supremo del patio.
Cabe decir, que la matrícula estudiantil universitaria en nuestro pais estuvo su punto culminante cuando antes de la pandemia superaba los 580 mil estudiantes.
De esa cifra, casi el 63% eran mujeres y casi un 33% eran hombres.
De modo que las políticas públicas en beneficio de las mujeres, sufre un duro revés con la deserción estudiantil en nuestras universidades, ya que las desertoras son más que los desertores por resultados de un cálculo proporcional sin falla.
La frialdad de filoso cuchillo de esa cruda realidad y que hace picadillos las ilusiones oficiales en favor de la mujer y de la juventud, reforzada mi propuesta recogida en el 2021 por Diariogente.com, sobre la gratuidad de la Educación Superior, en vista de que la razón fundamental de la deserción estudiantil es prioritariamente económica.
La República de Chile logró hace poco la gratuidad de la educación superior y este logro expresa que nosotros podemos obtenerlo también si hay fuerza de voluntad gubernamental y sinceridad en la aplicación de las políticas educativas en beneficio de las mujeres y los hombres matriculados o por matricular en el renglón universitario, sobre todo las políticas públicas dirigidas hacia los jóvenes.
Cuando la matrícula estudiantil de estudios universitarios rondaba casi los 600 mil estudiantes, la Universidad Autónoma de Santo Domingo, con 200 mil estudiantes matriculados, presupuestaba un poco más de 10 mil millones de pesos.
Esta suma pírrica garantizaba una educación universitaria casi gratis cuyo beneficio recaía sobre un estudiantado de bajos ingresos económicos procedente de planteles escolares públicos.
Si aplicamos una regla de tres sobre los casi 400 mil estudiantes universitarios restantes, llegaríamos a la conclusión de que con un presupuesto anual de 30 mil millones de pesos se garantizaría en todo el país una educación superior donde la inscripción estudiantil y la graduación de los matriculados, sería gratuita.
A Leonel Fernández le hice el planteamiento y lo rechazó, alegando compromisos de pago, puntuales y muy altos, de la deuda externa.
Este expresidente que siempre se opuso a la ampliación presupuestaria de un 4% para la educación dominicana a nivel pre universitario, olvida que en un discurso no memorable por falta de acción para combatir el mal, dijo que la corrupción intestina se llevaba entre sus mañosas uñas la coincidente cantidad de 30 mil millones por año.
La fortuna del seguidor más fiel del leonelismo, cuyo nombre da vergüenza mencionarlo, asciende a 27 mil millones de pesos, cantidad de recursos suficientes para pagar gratis inscripción y graduación a todos los estudiantes dominicanos matriculados en universidades privadas y en la estatal, en el 2022.
Queda claro que la gratuidad de la educación superior no implica la desaparición de las universidades privadas y especializadas que en nuestro país rondan las 40.
Todas esas universidades operarían según el modelo de sus estructuras financieras, solo que la gratuidad de la educación suprema impartida implicaría que el Estado solventaría a su favor los gastos de inscripción y graduación de cada estudiante de manera presupuestaria y puntual. Las universidades privadas serían subvencionadas en un cien por ciento.
En el presupuesto billonario para el 2022 del Estado Dominicano, debió de incluirse unos 50 mil millones de pesos para la gratuidad, ya con extrema calidad, de la educación susodicha, al máximo nivel de América Latina, pero en, desde y sobre suelo patrio.
Avergüenza al país ante el mundo la deserción estudiantil en los niveles universitarios por razones financieras, cuando hay derroches de dinero en asuntos baladíes como decoraciones, fiestas y flores ministeriales insulsas e innecesarias.
La nueva modalidad judicial devolutiva del dinero robado al erario público, encabezada por el corrupto Pagán, debería tener como destino de lo recuperado, la inversión en la educación superior como fuente generadora de profesionales solventados, aptos para desarrollar a sus familias, a la sociedad y a ellos mismos.
Cada peso que se invierte en educación a cualquier nivel, hiere el atraso marginal del país, cercena a la pobreza y resucita la prosperidad sobre el terreno árido de la apatía, la inercia y el aguaje discursivo de los gobernantes.
Que este año 2022 sea el año de la Educación Superior Dominicana, donde la gratuidad se obtenga desde los tramos de un presupuesto que recorte todos sus gastos innecesarios, mientras que un Ministerio Público independiente apriete a todos los corruptos para que devuelvan sus bienes mal habidos, todo ello al amparo de una ley que determine, en primer lugar, la gratuidad de la Educación a nivel supremo y, en segundo lugar, destine los recursos robados en el ayer y en el hoy a evitar que un bachiller cualquiera no se inscriba o abandone un centro de estudio universitario por no poder pagar el requerimiento económico de ventanilla.
Aunque muchos lo duden y otros se opongan, la gratuidad en la educación suprema se impondrá, más temprano que tarde, por la razón o por la lucha del propio estudiantado que hoy, después de leer este artículo, empezará a motivarse, en un país donde el que no grita no mama y el que no lucha lo linchan.
La plaza de la bandera podría reactivarse y los indiferentes ser obligados a oír la voz de los desertores y de los no inscritos por razones económicas que nos avergüenzan con ministerios que dizque benefician a la mujer y a juventud.
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