POR J. ESTÉVEZ ARISTY / Las tres vacunas culturales de Luis Abinader
Por J. Estévez Aristy
A principios del mes de octubre del presente año, el presidente Luis Abinader celebró una tertulia literaria en el salón de Las cariátides del Palacio Nacional, ante un nutrido grupo de intelectuales dominicanos.
Justo a mediados de noviembre y en el mismo salón palaciego, un mes y ocho días después, el presidente de la Republica se reúne con otro grupo de intelectuales, a fin de rendir homenaje al sacerdote español José Luis Sáez, profesor de historia cultural y nacionalizado en nuestro suelo, contando con la participación de un grupo de intelectuales dominicanos, distintos al primero y sin un miembro de aquel, y ante la presencia de la actual Ministra de Cultura, Doña Milagros Germán.
Tertulia y reunión literarias reflejan el mejor ambiente cultural que se respira en el país: el hecho de tener a un presidente preocupado por un menester cultural mirado sólo de reojo por otros mandatarios antecesores.
En ambos encuentros, se tocó el tema de la implementación de las bibliotecas virtuales, quedando intuido ante los presentes y el país el interés presidencial de poner el libro dominicano al alcance de todos y de todas.
Ante las fragmentaciones literarias comunes del ejercicio intelectual en la República Dominicana, veo con buenos ojos que el presidente Luis Abinader sirva como elemento unificador de todos los intelectuales del patio, realizando un gran y tercer encuentro nacional de escritores donde estén en un mismo lugar los primeros tertulianos, los segundos convocados y muchos no convocados, pero de insoslayable importancia.
En el tercer encuentro con el presidente de la República, la agenda cultural debe contener puntos básicos, empezando por la Gran biblioteca virtual de la República Dominicana, así como el fortalecimiento del libro en su formato tradicional en todas las provincias y municipio del país, tal y como lo ha concebido Editorial Santuario e Israel Pérez.
El primer grupo y el segundo grupo de escritores dominicanos tienen que unir lazos para promover la cultura y la educación en nuestro medio y matar de una vez por toda la inercia que genera la fragmentación de quienes hacen literatura, producto de posturas políticas encontradas y arcaicas, el surgimiento del germen grupal que arrasa «contó», y el recrudecimiento de viejas quejas y querellas personales que castran la gran posibilidad de pensar en la geografía nacional como un desafío territorial de todos y no en lo que creo mi solar pequeño e individual.
Es evidente que en ambos encuentros faltaron figuras claves del quehacer literario nacional. Por esta falla de origen, el número de participantes debe ser ampliado, ya que en ambos encuentros, como siempre, escasos símbolos literarios provinciales participaron.
La centralización de la cultura sólo en el radio capitalino, debe romperse con inteligencia participativa y gran sagacidad política.
Debe saberse que no es fácil lidiar con tantos elementos dispersos, radicales y complicados.
Tertulias o encuentros literarios con el presidente Abinader deben fomentarse siempre, ya que de ellos todo lo bueno sale a flote y se chapean bajitas las malas cizañas personales.
Los temas generales de esta materia muy compleja y graneada, deben fluir y resolverse bajo la sombrilla de la armonía, pero también las urgencias particulares, ya que no se pueden ignorar asuntos puntuales que deben ser atendidos por un gobierno responsable, como son el caso de la inexistencia del seguro médico en muchos escritores enfermos, el auxilio a estos con pensiones culturales juiciosas, y resolver desde Yuma a Pedernales la humillación de un número significativo de escritores que viven bajo techos maltrechos, marginales y alquilados.
El presidente Abinader debe aprovechar al máximo el formidable ambiente cultural que se está dando en el país ante la recién formación de la Unión de Escritores Dominicanos, entidad presidida por la escritora Emilia Pereyra, presidenta por votación absoluta y el laureado Don Avelino Stanley Rondón, vicepresidente, tribuna intelectual llamada a unificar a los diversos corazones literarios del país y a ofertar al gobierno de Luis Abinader una propuesta coherente, viable y revolucionaria en materia cultural y educativa.
De cara a ese panorama fértil, indetenible e imponente, el presidente Abinader Corona debe ponerse la primera, segunda y tercera dosis de la vacuna efectiva para combatir el germen del divisionismo que caga todo proyecto progresista con estiércol y no de palomas, si no de cuervos que casi siempre terminan sacándose los ojos unos a otros y convirtiendo en infuncional los vuelos literarios unitarios hacia el resplandeciente horizonte dominicano.
La unión no sólo hace la fuerza, sino que hace el necesario desarrollo cultural que demanda en este momento todo el pueblo dominicano.
La tarea no es mía ni de seleccionados intelectuales. La tarea es de todos, sin injusticias, sin fragmentaciones y sin privilegios.
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