J. Estévez Aristy

Haz el bien y no mires a quien. Haití, en estos momentos, como siempre, se lo está llevando el diablo.

Hay escasez de todo, hay hambrunas y hay pobreza.

El traje de los dominicanos es el de Cristo. Nuestra vocación cristiana está plasmada en nuestra Bandera Nacional. Honrarla es llevar muestro amor y muestra solidaridad a nuestros semejantes.

Del otro lado de la frontera, parte occidental, está nuestro prójimo más cercano y paupérrimo.

¡Cerremos los ojos y tendamos las manos¡

Sé que el asunto es muy delicado: hay abismos históricos, idiomáticos, económicos, ecológicos y religiosos que no han sido superados por habitantes de ambos lados insulares.

El odio es azuzado por muchos. Hay dominicanos atrapados en el siglo XIX. Todavía hay bisnietos de Toussaint Louverture reclamando un pedazo de territorio de la parte oriental de la isla.

Sin embargo, la solidaridad debe trascender. Hay que auxiliar a Haití. E invertir para que tenga un moderno registro civil.

Alguien dijo que una llamada al infierno desde cualquier parte del mundo cuesta mucho. En Haití solo centavos, por ser una llamada local.