POR JUSTINIANO ESTÉVEZ ARISTY / El dinosaurio

Publicado en el 1959, El dinosaurio fue considerado como el cuento más corto escrito en la lengua de Cervantes.

Su autor, Augusto Monterroso, fue un escritor guatemalteco de origen hondureño.

Otros cuentos posteriores, de textura gramatical más económica, le quitaron el puesto al cuento El dinosaurio, pero no pudieron arrebatarle su gran popularidad.

El contenido del susodicho cuento narra que «Cuando se despertó, el dinosaurio todavía estaba ahí».

Yanelis Arias López, por otro lado, acaba de morir en República Dominicana, luego de ser rociada con el ácido del diablo.

Acabo de despertar y la noticia funesta estaba ante mis ojos, servida en bandeja salvaje por un periódico digital.

Pensé en El dinosaurio de Monterroso y pienso que es la sociedad dominicana y mundial la que lo ve ahí, vigilándole, de manera amenazante, pensando en atacarle de forma impiadosa.

La delincuencia parece un problema insoluble.

Los teoremas criminológicos no muestran resultados confiables.

Caín vuelve a matar a Abel y parece que se replica una señal en la frente para que muera sin ser juzgado.

Dios descubrió al criminal, pero lo liberó como puede pasar en el presente caso con tecnicismos legales provenientes de un Código de Procedimiento Criminal proteccionista del delincuente.

En los Estados Unidos de 100 delitos 5 son procesados y solo uno recibe condena definitiva.

La delincuencia tiene muchas opciones de vulnerar la ley, por eso se presenta tan atractiva.

La irracionalidad humana, la falta de filantropía, de humanismo, de sentido de respeto a la vida ajena, armada de cualquier manera, incluso de ácido del diablo, le veo como el gran Dinosaurio de todos los tiempos, amenazando a la indefensión con una brutalidad carnívora y mesozoica.

Todo progreso mundial tiene que ser moral y filántropo o de lo contrario no será.

Los avances tecnológicos y científicos, indican poco de una sociedad moderna, mientras muere una joven dominicana de la manera más brutal posible.

El Dinosaurio del micro relato, salvaje, irracional y horroroso, todavía sigue ahí.

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