Iván Duque gana las elecciones en Colombia: Avivamiento de viejos conflictos

Por Fernando Fernández Duval

El candidato del  ultraderechista Centro Democrático, Iván Duque,  ha ganado las elecciones en segunda vuelta en Colombia con el 53.98% de los votos escrutados, derrotando al candidato de  centroizquierda, Gustavo Petro con el 41.81%, con lo cual  el uribismo se posesiona como la fuerza con más influencia en la política de  ese país sudamericano.

Las consecuencias de ese triunfo electoral, en este momento,  colocan en los días por venir a la derecha latinoamericana e internacional en un lugar  de privilegio en la correlación de fuerzas y obviamente en la propia política colombiana.

En efecto, después  de casi dos décadas  de predominio del llamado socialismo del siglo XXI, etiquetado  al desgaire  con ese término por el presidente Hugo Chávez, y  que llegó a marcar distancias fundamentales con las políticas  de Washington y a condicionar la agenda local e internacional  en países como Venezuela, Brasil, Argentina, Ecuador,  Honduras,  Nicaragua,  Bolivia y Uruguay,  América Latina vuelve a desandar en su pasado oscuro  con el retorno de gobiernos de derecha,  que han vuelto nuevamente al poder  con un breviario de políticas neoliberales ,  cónsonas con la visión y prácticas  hegemónicas que tiene Estados Unidos sobre la región.

En el caso que nos concierne, por de pronto,  el triunfo del uribismo en Colombia tendrá  consecuencias en el plano interno sobre el proceso de paz negociado con las Fuerzas Armadas Revolucionarias  de Colombia (FARC) y el  iniciado con el Frente de Liberación Nacional (FLN), en los que probablemente se busque desconocer en el congreso colombiano, ahora de mayoría uribista,  procurando una renegociación con el objetivo de  anular algunos de los puntos ya acordados  con la exguerrilla, como el de la amnistía, el pago de daños por el Estado a las víctimas del conflicto, la reforma agraria  y la incorporación a la vida civil colombiana de los excombatientes, objetados por el expresidente  Álvaro Uribe, quien se opuso rotundamente a la firma de esos acuerdos,  posición asumida  en la campaña electoral por Iván Duque. Con relación a las negociaciones  con el ELN, la incertidumbre de lo que ocurriría sería aún  mayor.

En el plano internacional, el triunfo de Iván Duque, sustentado por el uribismo,   reforzaría la tendencia derechista de gobiernos  en América  Latina y la implantación de políticas insufladas desde Washington para  mantener  un control más estricto y efectivo sobre la región, sobre todo,  cuando en los últimos tiempos el subcontinente se le estaba yendo de las manos.

Junto al reforzamiento de esas políticas,  en el ámbito internacional,  la  repercusión del uribismo se haría con el reavivamiento de antiguos  conflictos con Bolivia, Nicaragua  y Venezuela,  países, estos últimos, con los que tiene diferencias abismales en el enfoque  ideológico  de las políticas y donde  –en el caso especifico  de Venezuela-   hubo conflictos, roturas de relaciones diplomáticas en 2009 y movimientos de tropas, durante los gobiernos de Álvaro Uribe y Hugo Chávez, y  país con el que además  tiene una extensa frontera en la región Este de su territorio,  que abarca desde la península de la Guajira en al mar Caribe, en disputa desde hace años, hasta Puerto Carreño, lugar de nacimiento del Orinoco en la selva amazónica.

Aunque Colombia  no tiene fronteras con Bolivia y Nicaragua, la mano extraterritorial del nuevo gobierno colombiano podría  dejarse sentir, especialmente en Nicaragua,  donde  desde 1980,  resurgió el conflicto  de San Andrés y Providencia con la cesación del tratado Esguerra-Bárcena, mediante el cual  Colombia cedía a Nicaragua la Costa de los Mosquitos, territorio continental nicaragüense y Managua, en cambio,  cedía a Bogotá el archipiélago de San Andrés y Providencia.

Con respecto a Bolivia, el tema que podría afectar la débil relación, es  la producción y trasiego de la hoja de coca, producida buena parte  en Bolivia por viejos y milenarios  cocaleros y procesada clandestinamente en Colombia, y que ha sido en los últimos tiempos un tema de conflicto entre ambos países, sobre todo después de la firma del Plan Colombia, sustentado como punta de lanza con fines intervencionistas  por Estados Unidos contra los países de la region.

Además, en Colombia desde 2009  existen  siete  bases militares  norteamericanas, incluyendo la de Talanquero y recientemente el presidente Santos  incorporó  a  su país como miembro de la Organización del Tratado Norte (OTAN), que como todo el mundo sabe,  es una organización militar que ha intervenido  fuera del territorio de su competencia en países como Libia, Siria, Kosovo, Iraq,  Eslovenia y en un  futuro conflicto entre Colombia y  Venezuela, se prevé que podría hacer  lo mismo, aludiendo al compromiso de que cualquier nación afectada por un conflicto con otro país que no sea miembro del tratado, la OTAN se reserva el derecho de intervenir en su ayuda, con lo cual el desbalance de fuerzas y  la seguridad regional se verían  afectadas.

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