POR J. ESTÉVEZ ARISTY / Juan Bosch ante el cuento corto

                Juan Bosch                                    Jorge Luis Borges                       Marcio Veloz Maggiolo

POR J. ESTÉVEZ ARISTY

   Juan Bosch se ha convertido, no de la noche a la mañana, en uno de los grandes cuentistas de República Dominicana y de América Latina, muy a pesar de que su obra narrativa se ha empezado a difundir muy tarde en otros mercados editoriales, fuera del Caribe definido por él mismo como una frontera imperial.

    El autor dominicano publicó su primer libro de cuentos en el 1933, titulado Camino Real. Sin embargo, ya antes había publicado de manera suelta, los cuentos El Cuchillo, La mujer y Dos pesos de agua.

    De ahí en adelante continúa la saga de publicaciones de cuentos dispersos y de sus Cuentos escritos en el exilio, (1962); Más cuentos escritos en el exilio, (1962) y Cuentos escritos antes del exilio, libro de relatos que tuvo una edición especial en el año 1975.

    Una pequeña sombra se advierte dentro del luminoso taburete narrativo boschiano, cuál es su sentido abusivo de la extensión.

   Ante este mundo atareado por la tecnología y la ocupación de la mente en pantallas luminosas e iluminadas, los extensos relatos de Bosch carecieron de clarividencia. El reinado predominante del poema corto, del cuento escueto y de la novela sintética está a la vuelta de la esquina y reinará por los siglos de los siglos.

     El este tiempo donde la brevedad impera, extensión rima con extinción.

    El cuento más corto de Juan Bosch es «La Mancha indeleble» y cuenta de tres páginas. Los relatos breves o muy breves, nunca conquistaron el territorio narrativo de Bosch. Sus cuentos están marcados por la sobreabundancia de partículas gramaticales y a veces por redondeos inútiles.

    Para Bosch, los cuentos tenían la extensión de un capítulo de una novela o discurrían como novelas cortas, pero con fisonomías claras de relatos incuestionables.

    Antes que Bosch, Frank Kafka, para solo citar un ejemplo, y otros autores de renombre, ya habían incursionados en el relato corto, demostrando que en una página o menos podía condensarse una buena trama narrativa.

     De este autor checo, muerto el 3 de junio de 1924, justo cuando Bosch tenía 15 años y que bien pudo servirle de guía económica narrativa, tomamos cinco formidables ejemplos de cuentos cortos: El cuervo, Una pequeña fábula, La partida, El paseo repentino y El mensaje imperial.

    En estos relatos, Frank Kafka demuestra, contrario a Bosch, que contadas líneas podían contener el alfa y la omega de un cuento formidable y de que no hay que escribir tanto para decir un todo en el resplandor de un relato minúsculo.

    Por su parte, Jorge Luis Borges simboliza un fenómeno narrativo cabal, en lo referente a la extensión de sus relatos. Contrario a Bosch, escribe cuentos de «pantalones largos y cuentos de pantalones cortos».

    Entre las minificciones de Borges encontramos los relatos El hacedor, Dreamtirgers, Diálogo sobre un diálogo, Las uñas, Los espejos velados, El cautivo, entre muchos otros.

   12 años después del nacimiento de Juan Bosch, hablo del 1921, nace Augusto Monterroso, un maestro del cuento corto y cuyo relato «El dinosaurio» está considerado como uno de los cuentos más chiquitos del mundo:  «Cuando se despertó, el dinosauro todavía estaba ahí».

      Sin embargo, el mexicano Luis Felipe Noemí escribió el relato «El emigrante» donde a la interrogante ¿Olvida usted algo?, el emigrante le contesta ¡Ojalá!, terminando el cuento con menos palabras que El Dinosaurio de Monterroso. Pero a ambas narraciones la destrona el cuento Luis XIV de Juan Pedro Aparicio, ya que solo contiene la palabra «Yo».

      No es aventurado pensar que Bosch conocía de la existencia de Monterroso u otros autores expertos en el manejo de los relatos de palabras comedidas.

      En la República Dominicana, Manuel del Cabral, Marcio Veloz Maggiolo y Virgilio Díaz Grullón cultivaron el cuento corto con éxitos acrisolados. Pedro Antonio Valdez podría llevar la vanguardia del relato riguroso si en los momentos actuales tira la puerta por la ventana con media docena de libros minificcionistas.

    Juan Bosch, quien nunca escribió un cuento de una página, ni de media página, ni de un cuarto de ésta, ni mucho menos de un párrafo ni de una línea, ignoró a Borges como lo han ignorado muchos cuentistas y novelistas dominicanos cuando el 10 de marzo del 1979 sentenció que: «Las novelas son demasiado grandes, demasiado llenas de cosas excesivamente falsas e inútiles. La fórmula literaria puede ser solo el cuento muy breve, el que permite concentrarse directamente sobre lo esencial, como la poesía».

    Bosch pudo decirnos mucho en sus cuentos, con tan solo un puñado de palabras matemáticas, concisas e iluminadoras.

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