POR DENIS MOTA ALVAREZ / Lectura de un poemita de verano de una poeta con sombrilla

 

Por Denis Mota Álvarez

 

El poema apenas inicia con un adverbio de cantidad “Mayormente”, que indica la porción o subconjunto mayor de un conjunto o grupo donde “soleado” y ”cielo” forman parte de un ideal, que la poeta observa en una “esfera azul”, donde residen los sueños de su mente; punto de arranque de un poema que tiene como techo el universo y el clima.

Debajo de ese techo soleado, la poeta ve o imagina ver que se cobijan pichones (hijos de aves desconocidas) jugando con la muerte, en un gesto vívido de ternura de la parca, que cambió la guadaña por la dulzura y riéndose ante la vida como una niña inocente en un bosquecillo florido y lleno de nidos.

Pero la poeta, altiva, de pelo blanco y contradictoria, expone una geografía de terracota incendiada por la orfandad del sol, espacio fértil para un caminante ahorcarse aferrado a la falda de la muerte, sin esperanza de redención.

¡Oh, Dios!

El verano huye del agua y la poeta necesita el agua para salvarse del asedio de la sequía y del calor del asfalto y el cemento, para salvar los árboles, mientras que en lo alto del cielo sigue mayormente soleado y las posibilidades de lluvia son escasas.

¡Pobre poeta!

Los ruegos al señor Dios son inútiles en su sueño de milenios, tirado desnudo sobre nubes cargadas de lluvia y de frío. Dios no despertará. La poeta tendrá que esperar, ligera de ropa, preferiblemente en estopilla blanca, sin nada debajo, la llegada del otoño, y si es que sobrevive a la temporada huracanada —acertijo impredecible del trópico— podrá lucir su sombrilla roja.

En lo que la naturaleza gestiona sus cambios climáticos, el calor manda un abanico de aspas de  aerogeneradores bajo el techo del mundo: a piel desnuda, poeta.

Mayo, 2022.

 

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