La escalada del conflicto iraní es humo de antiguas pólvoras
POR FERNANDO FENANDEZ DUVAL
La escalada del conflicto entre Estados Unidos, Israel e Irán ha subido de tono desde que Donald Trump pasó a ser presidente de Estados Unidos, colocándose aparentemente en ocasiones al borde de la guerra.
Como consecuencia de esa escalada, recientemente dos embarcaciones cargadas de petróleo, como la MT Front Altair que iba desde Catar a Taiwán y la Kokuk Couragedus, de bandera panameña, que navegaban por el estrecho de Ormuz, fueron atacadas por piratas que tradicionalmente merodean esas aguas y embisten embarcaciones que surcan ese estrecho; después del hecho, el secretario de estado Mike Pompeo señaló que la valoración del gobierno de Estados Unidos es que Irán es responsable de esos ataques.
El jefe de las fuerzas armadas de Irán respondió de inmediato negando las afirmaciones de Pompeo y en su respuesta fue más lejos, dijo que su país estaba preparado para repeler cualquier intromisión de fuerzas de Estados Unidos en el golfo y desalojar, incluso por la fuerza, a cualquier buque de guerra u objeto sospechoso que surque esas aguas y que ponga en peligro la seguridad de su país.
Aunque es un conflicto que viene de lejos porque tiene raíces históricas, religiosas y culturales, sin embargo, el mismo ha tomado un nuevo cariz a partir de la guerra que las potencias occidentales, específicamente Estados Unidos, Francia e Inglaterra libran al día de hoy para derrocar al presidente sirio, Bashar Al Asad, y que tienen en Israel como un pie de amigo en el suministro de armas, logística y avituallamiento militar.
Otro factor –y quizás el más decisivo, es el crecimiento de Irán como potencia militar en el Oriente Medio, que pone en riesgo el desequilibrio de fuerzas imperantes a favor de Estados Unidos e Israel en esa región desde 1967, cuando Israel ganó la guerra de los siete días en 1967, que consolidó la hegemonía de Occidente, principalmente de Estados Unidos después de la caída del Imperio Otomano poco antes de la primera guerra mundial.
Ese desequilibrio de fuerzas ha ido desapareciendo con la emergencia de Irán como potencia regional, después de la desaparición de la dinastía Reza Pahlavi, específicamente del monarca Mohamma Reza Pahlavi que huyó del país en 1979 con la llamada revolución islámica encabezada por el Ayotala Jomeini, instaurándose a partir de ese año un régimen confesional dominado por la secta musulmana de los chiitas.
Esta revolución enfrentó a Estados Unidos, disolviéndose las relaciones entre las dos naciones.
A partir de entonces Irán se ha ido involucrando y tomando parte en casi todos los conflictos que se han presentando en la región, ora apoyando la causa palestina través de los grupos de resistencia a la ocupación israelita a sus territorios y que se mantienen en conflicto con Israel, ora apoyando al gobierno de Bashar Al Ashad.
Concomitantemente con el fortalecimiento de sus fuerzas armadas y su capacidad de ataque, la revolución confesional que se produjo en Irán estuvo acompañada de un programa de desarrollo económico social que mejoró significativamente las condiciones de vida de su población, convirtiéndose además en una potencia económica con flujos comerciales positivos en su intercambio comercial con el resto del mundo, que le permitió disminuir la brecha entre pobres y ricos heredada de la pasada dinastía.
En ese tenor, aunque lo negaba diciendo que su enriquecimiento de uranio era para fines pacifistas, al parecer Irán tenía el potencial para producir armas atómicas, lo cual le dio un enorme poder de disuasión frente a las potencias occidentales, lo que le permitió arribar a un acuerdo en 2015 con Naciones Unidas, Estados Unidos, Rusia y Europa con el objetivo de que abandone ese programa.
Pero al segundo año de que Donald Trump asumiera la presidencia de Estados Unidos se retiró del pacto, aduciendo que el mismo era defectuoso en su esencia y que fue mal negociado, que incluso, si Irán cumple con todo, dijo, el régimen estaría a borde de conseguir armas nucleares en un corto período de tiempo.
Es ese poder de disuasión, pues, el que ha contenido la deseada agresión de Israel, Estados Unidos y Arabia Saudita contra Irán, y ha evitado una guerra a gran escala en esa región del golfo, ya que una guerra contra Irán podría tener consecuencias insospechadas, que por su letalidad en la población de los países implicados y sus secuelas económicas y sociales, afectaría al resto del mundo.
Comments are closed here.