La fracasada cumbre celebrada en Vietnam entre Trump y Kim

La fracasada cumbre celebrada en Vietnam, el 1ro. de marzo último entre los presidentes de Estados Unidos y Corea del Norte, Donald Trump y Kim Jung -un, ha abierto algunas conjeturas y explicaciones teoréticas acerca de la causa que la produjo.

Por un lado, algunos comentaristas internacionales creen que por el hecho de que no se avanzara en el pliego de negociaciones para arribar a algún punto común que terminará en un acuerdo, la tensión en la península coreana volvería de nuevo sobre a rodar sus rieles a amenazar la paz de la región y del mundo.

Posición con la que no estamos de acuerdo, puesto que Estados Unidos y Corea del Norte están convencidos de la necesidad de ese acuerdo.

Para Corea del Norte, el acuerdo significa la eliminación de las sanciones y el bloqueo económico que le ha vedado el acceso a mercados en Estados Unidos, Europa, Japón y Corea del Sur, a materia prima, tecnología y financiamiento para el desarrollo y para modernizar y mejorar los estándares de vida de su población. Para Estados Unidos, la amenaza nuclear que significa Corea del Norte para sus intereses y la de sus aliados en la región meridional del Asia, incluyendo a Corea del Sur, Japón, Hawái, Filipinas y las casi cuatrocientos bases militares que tiene concentrada en el Pacifico.

Por el otro, hay quienes consideran que la posición final que adopte en las negociaciones Kim Jong -un con Trump, dependería del movimiento de ficha que realicen desde Moscú y Beijing los presidentes Vladimir Putin y Xi Jinping respecto a temas conflictivos con Estados Unidos, como la anexión de Crimea a Rusia, el problema político con Ukranía derivado de este y la independencia de las provincias pro-rusas de Lugansk y Donetsk en guerra con Kiev, la guerra en Siria, la colocación de bases militares de la OTAN, muy cerca de la frontera con Rusia, el emplazamiento de escudos antimisiles en Polonia y la disputa comercial que libran China y Estados Unidos y el proyecto de la Seda, en el cual China busca explorar nuevas rutas comerciales a lo largo del mundo, pero que en el fondo propende a suplantar a Estados Unidos como primera potencia comercial; ya que el de Corea del Norte –que importa a Estados Unidos-  es un conflicto más que los rusos y los chinos, que apoyan a Corea del Norte, no van a desperdiciar en la disputa por la hegemonía del mundo para obtener algunas concesiones en los temas señalados anteriormente, colocándolos todos juntos en una sola bandeja en la mesa en futuras negociaciones.

De manera, que Estados Unidos sabe que Kim Jung –un actúa por sí mismo y por interpósitas personas.

Los que conocen el difícil arte de las negociaciones, precedidas de agudas contradicciones y álgidos debates de viejos contrincantes, como es el de Corea del Norte y Estados Unidos, las primeras fases se tensan herméticamente, pues los negociadores ceden poco terreno, o casi ninguno, buscando obtener la mayor concesiones o ganancias en el toma y dame.

En ese sentido, en dichas fases iniciales los negociadores van a la mesa con mucha desconfianza, evitando que le monten un gancho; y en las secciones de trabajo se estudian meticulosamente e intentan influir psicológicamente en el otro, como hacen los viejos y experimentados púgiles del boxeo que utilizan los primeros rounds para estudiar las debilidades y fortalezas del oponente sobre el cuadrilátero.

Por esa razón no fue casual que tras el abrupto desencuentro, Corea del Norte que reclamó inmediatamente se sentó en el panel de conversaciones, mirando las verdes montañas de Hanói el levantamiento de las sanciones económicas, advirtió al final de la cumbre a Estados Unidos que no cambiará su posición si estas no se eliminan, incluso si Washington intenta nuevas negociaciones futuras. Así lo planteó enfáticamente Ri Youg Ho, ministro de relaciones de Corea del Norte.

Por su parte, el presidente Donald Trump dijo que tuvo que abandonar las negociaciones porque Pyogyang solicitó que se levantaran de inmediato todas las sanciones impuestas por Estados Unidos y los países occidentales, una petición que, según el presidente estadounidense, no podía concederle porque estas no dependían sólo de él, sino de otros países que la habían adoptado concomitantemente con Estados Unidos en las Naciones Unidas; a cambio le pidió a Kim la suspensión de las pruebas de misiles de corto, mediano y largo alcance, la destrucción de todos los misiles almacenados en silos subterráneos y los instalados en plataformas de lanzamientos que apuntan a dañar intereses estadounidenses, incluso en el propio territorio continental de la Unión, los laboratorios de enriquecimiento de uranio para fabricar bombas atómicas y las plataformas de lanzamiento de misiles.

El futuro para nuevas negociaciones estará abierto, siempre que Estados Unidos considere que Corea del Norte siga siendo una seria amenaza para sus intereses, no solo en la región asiática, sino en el propio territorio de la Unión y que Corea del Norte esté consciente de su potencial nuclear destructivo, que ha obligado a Estados Unidos a negociar con ellos de tú a tú, como no lo ha hecho con Venezuela y con otros países a los que ha agredido militarmente y que así mismo cuente con el irrestricto apoyo militar y para el desarrollo económico-social que hasta ahora le han brindado Rusia y China en la confrontación con Washington y en su supervivencia como potencia nuclear.

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