Venezuela: Tan perfecto como salido del decálogo del filósofo norteamericano Gene Sharp

POR FERNANDO FERNANDEZ DUVAL

El ahogamiento que Estados Unidos empezó a montar contra la Revolución Bolivariana de Venezuela para hacerla saltar, no solo era previsible desde sus inicios, sino que ha sido una constante a lo largo de estos últimos diecisiete años. Nosotros a través  de este medio y por otros a los que tenemos acceso, habíamos pronosticado estos acontecimientos, sobre todo, después de la lectura de los libros Cómo funciona la lucha noviolenta y De la dictadura a la democracia, (ambos en PDF), del politólogo, académico y filósofo estadounidense, Gene Sharp, que sirvió de base para que los halcones pentagonistas desataran la furia de la Primavera Árabe, o la Revolución de Colores el 18 de diciembre de 2010 en Libia, Siria, Yemen, Egipto y Argelia.

Los libros de Sharp son una especie de decálogos que enseñan como tumbar gobiernos. Su argumento principal es que el poder no es una estructura monolítica y cerrada. Para Sharp, el poder de cualquier Estado está lleno de fisuras y deriva de la legitimación de los individuos. Su creencia fundamental es que toda estructura de poder se basa en la obediencia de los sujetos a las órdenes de los dirigentes. De esta forma, si el sujeto no obedece, los líderes no tienen poder.

En Venezuela, aunque en 2002 hubo un intento desesperado de los partidos del llamado Pacto de Punto Fijo y de la burguesía local, encabezada por el gremio de los empresarios para dar un golpe estado a Hugo Chávez, en lugar de lograr el objetivo que se proponían, sin quererlo fortalecieron al chavismo y radicalizaron a la mayoría de sus dirigentes.

En principio ese intento no fue dirigido por los halcones del Pentágono y el Departamento de Estado, empero fue alentado por sectores particulares del gobierno de George Bush Hijo en la Casa Blanca, el lobby anticatrista cubano y la ultraderecha latinoamericana; incluso, algunos gobiernos como el de Colombia se aventuraron a reconocer esa misma noche a Pedro Carmona, autoproclamado presidente, pero a causa de los acontecimientos que se desataron inmediatamente y que devolvieron a Chávez al poder, en menos de veinticuatro horas los golpistas tuvieron que dar marcha atrás a su intentona y los gobiernos a sus proclamas de adhesión.

La intentona golpista del 2002 no tuvo éxito por tres causas básicas. La primera era que el pueblo venezolano de clase media baja, primordialmente los trabajadores organizados y los pobladores de las barriadas de Caracas y las principales ciudades, en su mayoría eran atraídas por el carisma y la retórica revolucionaria del presidente Chávez. La segunda, el contexto latinoamericano, en el cual comenzaban a emerger la posibilidades de los gobiernos progresistas de centroizquierda en Sudamérica, además estaban en el poder los gobiernos moderados de Fernando Henrique Cardoso en Brasil y Ricardo Lagos en Chile y Eduardo Duhalde en Argentina, lo que prácticamente se constituyó en una barrera para Estados Unidos, que terminó dejando solos a los golpistas con el costo político sobre sus espaldas. La tercera, Estados Unidos estaba concentrado en Medio Oriente y América Latina no era prioridad en su geopolítica. La cuarta, todavía los precios del petróleo se mantenían por encima de los cien dólares el barril en el mercado internacional, lo que le proporcionaba al gobierno bolivariano recursos frescos para sus planes sociales y para establecer alianzas estratégicas con países de la región, los cuales le sirvieron de blindaje.

A pesar de que el golpe de estado fue un rotundo fracaso, Estados Unidos junto a la derecha, empresarios venezolanos y algunos gobiernos latinoamericanos, siguieron urdiendo planes en la sombra para sacar del poder al chavismo, adoptando entonces un nuevo enfoque de la guerra de nueva generación, que sustituye la guerra convencional.

El enfoque de la guerra de nueva generación, conocido como golpe suave, extraído de las ideas de Gene Sharp, se plantea la guerra en un primer paso como un espacio de confrontación psicológica, económica y propagandística que tiene como objetivo debilitar procesualmente al contrario, ya sea  desacreditándolo, convirtiéndolo en una amenaza latente o real para la estabilidad y la seguridad de cada individuo. El segundo, después de que se haya debilitado política y económicamente, y se produzca el desencanto de la población, lanzarla entonces como zombis a las calles para conquistar el poder dirigidos a través de una sala de situación política, que planifica, dirige y preside la acción.

Sharp no descarta que esos acontecimientos terminen en una gran conflagración militar, o en una guerra civil y en este caso se puede recurrir a ejércitos mercenarios –agrego yo-, o de algunos gobiernos aliados para “restaurar las instituciones y encauzar el orden distraído”

Como se aprecia, todo lo que ha estado ocurriendo en Venezuela tiene semejanza con el decálogo de Sharp.

Del 10 de enero a la fecha, con un gobierno legitimo y legal, paralelo a un autoproclamado gobierno el 23 de enero, el proceso histórico político venezolano que se inició el 2 de febrero de 1999 parece haber llegado a su clímax, donde todo tendría que definirse a través de estas dos opciones: un presidente legitimo, el de Maduro, producto del voto popular expresado en las urnas el pasado 20 de mayo de 2018, sustentado en la Constitución Bolivariana y las leyes de ese país; y otro apócrifo, que dice ser presidente, sin haber participado en unas elecciones para optar por ese cargo, sin ningún sustento institucional, ni legal, sin el control del territorio, ni de la población, ni de sus instituciones, ni de la fuerza militar, ni policial para mantener el orden, la cohesión social y el funcionamiento de la sociedad, pero dirigido por Estados Unidos y apoyado por el Grupo de Lima y la Unión Europea.

En la realpolitik lo que cuentan son los hechos y las fuerzas objetivas que tienen los actores políticos para lograr sus objetivos, lo demás es monte y culebra. En el caso de Maduro, como se sabe, su fortaleza está anclada en las fuerzas militares y el reconocimiento de amplios sectores populares organizados en el territorio para defender la soberanía, llamada alianza cívico-militar. Su debilidad, es que no cuenta con el apoyo de Estados Unidos y los países vecinos con los que Venezuela tiene frontera, que lo adversan y que son precisamente los que dirigen y apoyan el golpe de estado.

El caso de Juan Guaidó es lo opuesto a Nicolás Maduro en cuanto a fortalezas y debilidades, pero cabe destacar que su mayor fortaleza es que Estados Unidos dirige el golpe de estado donde él es un instrumento, la OEA, el reconocimiento de la Unión Europea, especialmente el gobierno español y el Grupo de Lima.

Frente a esa situación, ¿qué sucederá?

Sin hacer ciencia ficción, ni ideología política, presento cuatro escenarios probables que deberían ocurrir en cualquier momento, cito:

Primer escenario: que se forme una fuerza militar internacional con el Grupo de Lima, encabezada por Estados Unidos, similar a la Fuerza Interamericana de Paz (FIP) que invadió a República Dominicana en 1965 con el apoyo de la OEA, e invadan a Venezuela para derrocar a Maduro e imponer a Guaidó y se produzca entonces una guerra. Este escenario tiene la dificultad de que una intervención militar extranjera podría generalizar la guerra en la región, alentar y fortalecer a grupos guerrilleros en Colombia, Perú, Brasil y Ecuador y convertir a estos países en un foco de subversión permanente.

Segundo escenario: por un lado, que Maduro cercado económica y políticamente a nivel internacional, y por el otro, que Guaidó y los golpistas no puedan consumar sus pretensiones de materializar el golpe y acceder al poder, se busque una salida negociada en el marco de la Constitución y las leyes venezolanas, que pudiera acortar el mandato de Maduro a través de una reforma constitucional, tal como sucedió en República Dominicana con Joaquín Balaguer en 1994, después del fraude electoral contra Peña Gómez y se convoque a elecciones este año, en un plazo acordado por las partes, o a mediados del periodo, a través de la figura del revocatorio. Este escenario tiene la dificultad de que las posiciones lucen distantes una de otra, especialmente la postura de Guaidó alentada por el equipo de Trump, y la otra es que todavía no aparece un mediador válido para las partes para colocar las cartas sobre la mesa.

Un tercero y cuarto escenarios: que un grupo de las fuerzas armadas se subleve con el apoyo de Estados Unidos y obligue la rendición del otro grupo y la deposición de Nicolás Maduro. Que Maduro cercado económica y políticamente se vea compelido a renunciar junto al alto mando militar y emprendan juntos el camino al exilio. Estos dos escenarios tendrían la dificultad de que el conjunto de las fuerzas armadas se mantiene unida como un solo cuerpo y que a pesar de la oferta de amnistía ofrecida por Guaidó, los militares saben por experiencia histórica de que no pueden confiar en sus palabras, ya que, como ocurrió en Republica Dominicana después de firmada el Acta Institucional que ponía fin a la guerra de abril de 1965 y que ofrecía seguridad y reintegro a los militares constitucionalistas a los cuerpos castrenses, al poco tiempo de rubricar el documento y entregar las armas, fueron perseguidos inmisericordemente por todo el país, asesinados en las calles, exilados y encarcelados.

 

 

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