POR FERNANDO FERNANDEZ DUVAL 

El sábado pasado concluyó la semana pasada en Buenos Aires, capital de la República de Argentina,  la reunión del G-20,  que es un foro formado  por diecinueve países,   la Unión Europea y los organismos mundiales y regionales más connotados que funcionan alrededor del mundo.

El G-20 no es una organización ni una institución internacional: es un foro. Sus decisiones se toman por consenso y no son vinculantes, es decir, no obligan a cumplirla a los países signatarios, por lo cual los países miembros no se sienten en modo alguno  presionados para cumplir con  sus decisiones.

El G-20 está constituido por las diecinueve economías más grandes del mundo, representadas en los  siguientes países: Estados Unidos, Rusia, China,  Alemania, Argentina, Australia, Reino Unido, Francia, Canadá, México, Japón, Italia, India, Indonesia, Sudáfrica,  Japón, Corea del Sur, Turquía y Arabia Saudita.

Además de los países miembros y España, como invitado permanente, también integran el foro las Naciones Unidas, el Fondo Monetario Internacional, el Banco Mundial, el Consejo de Estabilidad Financiera, la Organización Internacional del Trabajo, la Organización Mundial del Comercio, la Organización Mundial de la Salud, la Asociación de Naciones del Sudeste Asiático, la Unión Africana, Nueva Alianza para el Desarrollo de África, Comunidad del Caribe, Banco Interamericano de Desarrollo, Banco de Desarrollo de América Latina, Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico.

Los países miembros del G-20 representan el 66% de la población mundial y el 85% del Producto Bruto Mundial.

Surgió en dos etapas, una primera en 1999, como un grupo de segundo nivel de autoridades económicas y financieras, y luego como un grupo de primer nivel en 2008, desplazando al G-8 como foro de discusión de la economía mundial, a partir de la crisis económica internacional que estalló  ese año.

Tradicionalmente los temas tratados por el G-20 son los siguientes: evolución económica global y perspectiva,  marco para el crecimiento económico fuerte y sostenible, inversiones e infraestructuras, arquitectura financiera internacional, reglamentación financiera y fiscalidad internacional.

Los temas debatidos en la reunión del G-20 en la cumbre de Argentina fueron los siguientes: el futuro del trabajo, la infraestructura para el desarrollo y la guerra comercial entre China, Rusia y la Unión Europea.

En relación al futuro del trabajo,  se exhortó el aprovechamiento del uso de la tecnología para el crecimiento y la productividad, asistir a las personas y a las empresas durante la transición, asegurar sistemas fiscales sostenibles y apuntalar las estadísticas para las decisiones de políticas públicas.

En cuanto a  las infraestructuras, se recomendó fomentar la actividad privada y el logro de  metas para reducir el déficit fiscal mundial, estimado en 5.5 billones de dólares.

Sobre la guerra comercial entre China, Rusia y la Unión Europea, se evitó tratar directamente el tema, dejando que cada país busque los puntos de consenso en las negociaciones que lleven a cabo, como en efecto ocurrió, postergando su discusión en reuniones bilaterales y logrando una tregua de la guerra por noventa días entre Estados Unidos y China. Otros temas abordados fueron sobre medio ambiente y seguridad internacional.

Los  temas discutidos,  ni los acuerdos definidos  en esta cumbre difirieron  de otros conocidos   anteriormente, lo que finalmente  indica que se ha ido dando vueltas sobre el mismo eje sin nada nuevo sobre el particular, pues  las agendas que han pautado las reuniones del G-20 han sido dominadas por los problemas que acusan las economías más grandes, especialmente las de Estados Unidos y China, las cuales procuraron un mayor consenso y ciertos niveles de legitimidad en sus decisiones con los países emergentes que participan en la misma, eclipsando  los problemas de las economías menos desarrolladas del planeta y apuntalando sus propios intereses globales.