Estados Unidos está compelido a hacer la guerra para su propia supervivencia imperialista

POR FERNANDO FERNANDEZ DUVAL

Desde que aparecieron los primeros imperios sobre la faz de la Tierra y muchos milenios antes, cuando las tribus guerreras querían ampliar su coto de caza, pesca y recolección de frutos en el territorio, la guerra se convirtió en un asunto de supervivencia y luego en un negocio lucrativo de las familias reales que la utilizaban para su enriquecimiento. Primero apropiándose del territorio y de las poblaciones sometidas para esclavizarlas y para que trabajaran para el ocupante; segundo, para adueñarse de los recursos naturales y explotarlos como si fueran de su exclusiva propiedad.

Las primeras civilizaciones como la egipcia y la fenicia, que duraron 3,000 y 661 años, respectivamente, se fueron expandiendo sobre la base de conquistar las tribus cercanas; y luego se fueron expandiendo mas allá de lo que podrían ser sus fronteras naturales hasta dominar el mundo conocido, conquistando amplios territorios que les permitieron obtener recursos y esclavos para las grandes construcciones públicas y su mantenimiento y la holgazanería de sus reyes, como fueron las de tipo religiosas y las hidráulicas, soporte fundamental de sus ideologías y sus economías.

Muchos siglos después apareció el Imperio Romano que llegó a conquistar prácticamente el mundo antiguo desde el siglo 27 a. C., hasta el 476 d. C. La expansión de esta nueva potencia antigua también obedecía a las mismas necesidades que las anteriores, convirtiéndose en una constante, o en una ley en la historia de los imperios.

Roma vivió del pillaje de las colonias que ocupaba; allí se establecía con su administración y su ejército. Cuenta V. Diakov, que el Imperio Romano tuvo la necesidad de expandirse, convirtiendo cada guerra en un imperativo para fortalecerse política, económica y militarmente; pero, dice en su obra Historia de la Antigüedad: Roma (editorial Grijalbo, primera edición en español, 1966), su expansión se extralimitó tanto que ya no tenía la fuerza suficiente para mantener esos territorios y pagar a los soldados que guerreaban a favor de su empresa conquistadora e impedir los movimientos revolucionarios de los esclavos, colonos y pobres de las ciudades.

Fue así como vino entonces la decadencia y el debilitamiento de sus fuerzas, lo que por un lado permitió el avance de las tribus bárbaras por el norte y oriente. Producto de esa situación, con la retirada forzosa de algunos de esos territorios para concentrarse y defender el centro del imperio, que finalmente quedó dividido en imperio Romano de Occidente y de Oriente, el principio de la decadencia y el advenimiento de la sociedad feudal se demarcaron y brotaron de inmediato.

Estados Unidos de Norteamérica, es una enorme nación súper desarrollada , especialmente después de la primera y segunda guerras mundiales, a partir de las cuales empieza su ascenso como un gran imperio hasta nuestros días, sobre todo, debido al efecto que produjeron esas guerras a los nervios económicos y políticos de dominación impulsados por los imperios de Inglaterra, Francia, Italia, Bélgica, España y Alemania y a la decadencia de las políticas coloniales en América Latina, África y Asia, fenómenos que fueron aminorando las influencias de esas potencias coloniales europeas en el mundo, que terminaron enfrentándose bélicamente entre sí y autodestruyéndose para repartirse el mundo en zonas de influencias.

La segunda guerra mundial dejó a Europa a merced de los Estados Unidos como su guardián, causada por el temor a la expansión de la Revolución Rusa que había avanzado prácticamente hasta Alemania, ocupando una parte importante de Berlín y un conjunto de naciones de Europa Oriental que fueron conquistadas por la marcha de las botas vencedoras del Ejército Rojo Ruso, cuando liberaba los territorios ocupados por las fuerzas hitlerianas; también por la terrible destrucción de las economías de los principales países europeos, que Estados Unidos tuvo que ayudarles a construir una fuerza común que disipara los miedos sobre Rusia y creando al efecto el Tratado del Atlántico Norte (OTAN) y el Plan Marshall para recuperar las economías de la Europa destruida, con lo cual aumento su poder económico y militar.

De toda esa situación guerrerista emergió un nuevo orden mundial, con un reparto del mundo en áreas de influencias liderado por Estados Unidos y en menor medida por la Unión Soviética, concretizados en el comercio internacional, las relaciones políticas y las instituciones internacionales.

En ese sentido, Estados Unidos reemplazó a Europa Occidental como principal figura del orden internacional, llámese Alemania, Francia e Inglaterra, como imperio hegemónico a nivel mundial, el cual se fue consolidando cuando en 1989 la Unión Soviética se derrumba con la caída del muro de Berlín, marcando el desmoronamiento del socialismo real en Europa Oriental y paradójicamente el inicio también del debilitamiento del imperio de los Estados Unidos en los años venideros.

¿Por qué? ya no existían motivos para mantener el mundo intervenido en estados excepcionales para impedir que el “comunismo” siguiera avanzando; en razón de que la existencia de la Unión Soviética justificaba en el plano ideológico y en el político las guerras, las ocupaciones y amenazas militares por parte de Estados Unidos y su control sobre Europa, incrementando considerablemente su participación en acciones belicistas a lo largo y ancho del mundo y el poder económico y político del complejo militar industrial en la economía de ese país, de la propia Europa y del mundo.

Ahora que no existe el peligro de la Unión Soviética desde hace aproximadamente treinta años, consecuentemente los conflictos mundiales exigen cada vez más privilegiar las negociaciones diplomáticas que la guerra, a lo cual el establisment de Estados Unidos se opone, profundizándolas y atizándolas en las zonas estratégicas del planeta donde están ubicados los recursos naturales, las rutas marítimas y el comercio, como –realmente- si tuviera compelido a hacer la guerra para su propia supervivencia imperialista, igual que los otros imperios que históricamente le precedieron y perecieron cuando no pudieron seguir haciéndola.

 

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