Asesinato del periodista saudí Jamal Khashoggi: Doble moral de DDHH de la UE y EEUU
POR FERNANDO FERNANDEZ DUVAL
En marzo de este año, los medios internacionales recibían la noticia del envenenamiento en Inglaterra de Serguei Skripal y su hija y se escandalizaba a medio mundo. La primer ministra inglés, Theresa May, daba a conocer el hecho y de inmediato culpó a Rusia de haberlo provocado, utilizando armas químicas impedidas por la Organización para la Prohibición de Armas Químicas (OPAQ). El presidente ruso, Vladimir Putin, reaccionó de inmediato y exigió las pruebas de que su país tuviera que ver con ese acontecimiento.
A los pocos días, sin antes realizar una investigación, la Unión Europea y los Estados Unidos emitieron su condena, a la vez que sancionaban al Kremlin expulsando de sus respectivos países a funcionarios y diplomáticos rusos, y éste mientras tanto, ripostaba también con sanciones similares.
Daphne Caruana Galizia, denunció la corrupción del gobierno de Malta, al publicar los vínculos de sus funcionarios con los Papeles de Panamá y fue asesinada con un coche bomba cerca de su casa en Malta, el 16 de octubre de 2017.
La periodista Viktoria Marinova, fue asesinada el 6 de octubre en Bulgaria porque en su programa de televisión se había abordado el tema de un fraude colosal de las autoridades gubernamentales con fondos de la Unión Europea.
El 21 de febrero de este año murió en Eslovaquia el periodista Jan Kuciak junto a su novia. Kuciak había estado investigando la presunta corrupción política de Eslovaquia que implicaba los supuestos vínculos de la mafia italiana con empresarios de Eslovaquia.
En Venezuela, mientras era interrogado por su papel en el atentado que sufrió el presidente Nicolás Maduro el 4 de agosto en Caracas, cuando dos drones estallaron en el aire en pleno acto militar, el concejal Fernando Alban se lanza al vacío de un edificio de la policía, cayendo destrozado al piso.
Ahora, recientemente el 2 de octubre, el periodista Jamil Khashoggi, de nacionalidad saudí, fue al consulado de Arabia Saudita en Estambul, Turquía, a hacer diligencias de papeles para su futuro casamiento, con la que hubiera sido su segunda esposa.
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Khashoggi huyó en 2017 de su país por temor a represalias por sus críticas a los excesos de la familia real, por crímenes abominables y por escandalosos actos de corrupción al príncipe heredero, Jandi Mohammad bin Salman y del rey Salman bin Abbulazis. Esas denuncias impactaron en la opinión pública de su país y fuera de éste. Khashiggi fue articulista de The Washington Post y otros medios occidentales.
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Según las investigaciones de la policía turca, Khashoggi fue secuestrado y descuartizado en el interior de las oficinas del consulado; su cuerpo fue sacado en pedazos.
En un primer momento las autoridades saudíes callaron el hecho y luego dijeron que Khashoggi había salido del edificio, y ante las que podrían ser las evidencias presentadas por las autoridades turcas, que mostraron los videos de las cámaras de seguridad de los alrededores del consulado en el momento en que Khashoggi entraba a la legación diplomática, pero no los de la salida, no les quedaron otra que admitir el crimen.
Mas, recientemente, el presidente de Estados Unidos, coincidiendo con la familia real saudí, insinuó en su cuenta de twitter que asesinos por cuenta propia mataron al periodista Khashoggi: “Me parece que quizás estos podrían haber sido asesinados por cuenta propia, quien sabe. Vamos a tratar de llegar al fondo muy pronto”. Más tarde envió a Arabia Saudita al secretario de estado, Mike Pompeo, quien se reunió con el rey Salman Abbulazis y cortesanos de éste, quienes negaron que la monarquía estuviera vinculada con el asesinato, atribuyéndoselo a fanáticos.
Las muertes de Galizia, Marinova y Kuciak, aunque los autores materiales de esos asesinatos fueron apresados y esperan por condena en los países donde se perpetraron esos asesinatos, sin embargo, la mano sancionadora de la Unión Europea sólo se limitó a emitir una nota de condena, y ya…, especialmente en el caso de Caruana Galizia, ya que el crimen envuelve escándalo de corrupción en la propia Unión Europea; pero no ocurrió así con la muerte del concejal opositor al gobierno de Maduro, a quien se le amenazó con drásticas sanciones con estrecharle aún más el cerco económico y político a Venezuela.
Frente a ese cúmulo de hechos criminales contra periodistas y políticos, a los ojos de Europa, acometidos por aliados y socios de Estados Unidos, como el caso de Khashoggi, uno termina desconsolado, aunque descubre lo que sabe hace tiempo, que los crímenes de estados y la violación de derechos humanos se manejan a conveniencias políticas, es decir, a favor de aliados o en contra de enemigos.
En el caso Skripal, Estados Unidos y la Unión Europea fueron muy diligentes –sin tener pruebas- para encontrar culpables: condenaron y aplicaron sanciones a Rusia; y el del concejal Alban, la avalancha de sanciones contra Caracas venía por un tubo, solo la detuvo momentáneamente el asesinato de Kshashoggi.
En el asesinato de Khashoggi, la retórica del presidente Trump ha ido bajando y acomodándose; pues, de sancionar a arabia Saudita, se pondrían en juego la compra de armamentos a los Estados Unidos y el papel de socio -de Arabia Saudita- para amortiguar a sus enemigos en la zona del Medio Oriente, especialmente para controlar a la OPEP, a Turquía y a Irán, país del cual Arabia Saudita tiene históricas diferencias religiosas y políticas.
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