Propuesta trae repuesta: Debates en la ONU
POR FERNANDO FERNÁNDEZ DUVAL
En la semana pasada, como de costumbre cada 24 de septiembre, fecha de aniversario de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), se dieron cita en la ciudad de Nueva York algunos jefes de Estados y representantes de países miembros que no comparecieron al llamado de la ONU para darle apertura a la Asamblea General en su septuagésima tercera conmemoración desde su fundación en 1945 en California, Estados Unidos.
Las intervenciones de los mandatarios que más llamaron la atención en el evento fueron el anfitrión, el presidente de Estados Unidos, el señor Donald Trump; el presidente iraní, Hasán Rohaní; el presidente venezolano, Nicolás Maduro; el presidente boliviano, Evo Morales; el presidente de la Autoridad Palestina, Mahmud Abbas; el primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu y el canciller ruso, Serguéi Lavrov, en representación del presidente ruso Vladimir Putin.
Como era de esperarse, los discursos de esos representantes reflejaron el ajedrez en el cual se encuentran inmersos sus países, la crisis del unilateralismo mundial, hegemonizado por Estados Unidos y las tensiones y guerras que acusan muchos de éstos, como consecuencia de la necesidad de que se produzca entre las potencias emergentes y Estados Unidos un nuevo reparto del mundo.
El discurso del presidente Trump, lejos de ser un mensaje de diálogo y una apuesta por la paz, fue confrontacional, ya que reafirmó su intimidación de forma desembozada a Rusia, China, Siria, Irán y Venezuela, como pocas veces lo había hecho un presidente de Estados Unidos en un evento de esa envergadura.
Con respecto a China, reiteró sin pelos en la lengua que contuvieran sus palabras, su postura en relación a la guerra comercial que lleva a cabo, de la que dijo continuará hasta que su país reduzca las diferencias del intercambio comercial.
Sobre Irán, expresó que ampliaría las sanciones y advirtió con represalias a los países que comercialicen con éste, haciendo alusión a aquellos que defienden el pacto nuclear firmado en 2015, especialmente a China, Rusia e indirectamente a Alemania y Francia, que lo han defendido y mantienen vigente.
Aunque dijo estar dispuesto a reunirse con el presidente de Venezuela, Nicolás Maduro, no obstante, le enseñó las uñas advirtiendo de un posible golpe de estado.
Así mismo, cuestionó el papel que juga Rusia a nivel internacional, sobre todo en la crisis de Ucrania, el supuesto apoyo a Corea del Norte y su decisivo papel en la guerra interna Siria, dejando entrever que Estados Unidos defenderá sus intereses en el mundo a pesar de todo.
En cuanto a Siria, insistió que su país continuará ofreciendo ayuda a los opositores moderados que luchan contra el gobierno de Bashar Al-asad y que se encuentran replegados en la provincia de Idlib y que su prioridad es la salida de éste.
También discutió el papel de la Organización de los Países Exportadores de Petróleo (OPEP), a los que amenazó e insultó por haber restringido la producción de crudo para obtener mejores precios.
Una nota relevante de la retórica discursiva en la ONU, fue la intervención del presidente israelí, Benjamín Netanyahu, quien acusó a Irán de tener escondido en edificios públicos en las afueras de Teherán un arsenal atómico, incluso mostró supuestas evidencias con mapas e instalaciones, la cual fueron la comidilla del día, pues a muchos de los estadistas, representantes y entendidos, le parecieron fantasiosas e irreales, tratándose de un almacenamiento riesgoso que requieren silos especializados y medidas precautorias al más alto nivel de seguridad.
Los discursos de Trump y del primer ministro israelí recibieron una andanada de críticas por las redes sociales y otros medios alternativos; se le cuestionó a Trump de haber presumido de su gobierno, de haber llegado tarde a la reunión de la ONU y de provocar risas que rompieron el ambiente y ritual diplomático observado en la Asamblea General; a Netanyahu se le consideró de simplista y de falto de imaginación para hacer colar una mentira como verdad. Los dos no se quedaron sin respuestas; los jefes de estados y los representantes de los países aludidos, de inmediato ripostaron y contra-argumentaron, haciéndoseles señalamientos y reparaciones que matizaron el ambiente de la Asamblea General de las Naciones Unidas durante los días que duró el evento.
El presidente de la República de Irán, Hasán Rohaní, fue muy claro en su respuesta, defendió el pacto nuclear y advirtió que su país no se quedará de brazos cruzados ante la enseñadora de dientes de Donald Trump y Netanyahu, de quienes dijo eran la real amenaza nuclear en el Medio Oriente.
El presidente Nicolás Maduro, por su parte, denunció la agresión y el bloqueo económico y político de que ha sido víctima su país por parte de Estados Unidos y advirtió de una posible invasión con mercenarios y países de la región, teniendo como eje estratégico al gobierno de Colombia, a quien acusa de orquestar un plan para asesinarlo y derrocarlo. No obstante, expresó que no abandonará la lucha y la defensa de la revolución de su país y que estaba dispuesto a reunirse con el presidente Trump.
La intervención de Evo Morales fue de las más lucidas y brillante. A muy poca distancia del presidente Trump, con el que compartía la mesa principal de la reunión del Consejo de Seguridad, el presidente boliviano denunció la agresión histórica de los Estados unidos a los países de la región y lo tildó de ser una amenaza para la seguridad y la estabilidad de los pueblos latinoamericanos y mundiales.
Por su parte, el canciller ruso, Serguéi Lavrod, respondió las alusiones del presidente Trump, afirmando el papel de Rusia para la consecución de la paz y la estabilidad mundial, de conformidad a la Carta de la ONU, reafirmando que su país apuesta por el multilateralismo y la negociación como la única fórmula para lograr la paz y el progreso mundial, respetando el orden internacional, el que dijo estaba en su peor momento después de la guerra fría. Acusó a Estados Unidos de mantener el apoyo a grupos terroristas en Siria y convertirse junto a las demás potencias occidentales en el principal escollo para buscar una salida negociable a la crisis.
En suma, la ONU se convirtió en otro campo de batalla de la guerra que libran los países que mantienen conflictos políticos y militares alrededor del mundo, presagiando la continuación de los mismos y demostrando la inutilidad de este organismos para “Mantener la paz y la seguridad internacionales, y con tal fin: tomar medidas colectivas para prevenir y eliminar amenazas a la paz, y para suprimir actos de agresión u otros quebrantamientos de la paz; y lograr por medios pacíficos, y de conformidad con los principios de la justicia y del derecho internacional, el ajuste o arreglo de controversias o arreglo de controversias o situaciones internacionales susceptibles de conducir a quebrantamientos de la paz”, según rezan los propósitos y objetivos de la Carta fundacional.
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