El presidente Donald Trump contra la pared: víctima de si mismo
POR FERNANDO FERNANDEZ DUVAL
Donald Trump gana las elecciones de 2016, a pesar de que días antes de las votaciones de ese mes de noviembre, según las encuestas, ganaría la señora Hilary Clinton, esposa del expresidente Bill Clinton, exsecretaria de Estado de la administración Obama y candidata del Partido Demócrata.
Fue un triunfo contra viento y marea, que no solo sorprendió a la mayoría de sus compatriotas, a las principales cadenas de la radio, de la televisión y de la prensa escrita, sino también a medio mundo, que esperaban que la señora Clinton fuera la ganadora indiscutida de esos comicios. Fue además una victoria contra el deseo del establecimiento político y económico estadounidense conformado básicamente por el sector de las finanzas y el complejo industrial militar.
Algunos estudiosos de la política interna de Estados Unidos han tratado de identificar las causas que llevaron a Trump a ganar esas elecciones. En términos generales se señala que el fenómeno Trump se debió a que éste pudo interpretar las aspiraciones de la población conservadora, que la candidata Clinton no tomó en consideración en su diseño de estrategia de campaña electoral.
Según esos expertos, la población norteamericana se estaba sintiendo cansada de las políticas de los presidentes predecesores a Trump, acompañada de una baja autoestima, de la manera de sentir o de pensar del temperamento nacionalista, y en consecuencia necesitaban un cambio que relanzara el orgullo nacional y el ethos de los estadounidenses y la vez reposicionara a su país como la primera potencia indiscutida, y eso hizo exactamente Trump como oferta de campaña con las consignas America First y Make America Great Again, palabras en inglés con las que quiso decir: “América primero” y “vamos a hacer a América mejor”, con lo cual persuadió a su favor el voto de los votantes más conservadores.
¿Qué ocurrió un año y pico después con Trump, que ha bajado su legitimidad drásticamente después que pasó a ser el presidente de Estados Unidos?
Las políticas adoptadas por el presidente Trump han contado con el apoyo del estadounidense medio, especialmente por las sanciones políticas y económicas a Rusia, la guerra comercial desatada a China y recientemente a Turquía, el inicio de negociaciones con Corea del Norte para que se deshaga de las armas nucleares que amenazan a Estados Unidos, su agresiva diplomacia internacional y militar en relación al conflicto sirio y otros en la región del Medio Oriente, la impugnación del acuerdo nuclear con Irán, la revisión del TLC con México y Canadá, el crecimiento del PBI, la bonanza de los mercados bursátiles registrando subidas espectaculares de las bolsas de valores, el reposicionamiento del dólar que se ha fortalecido en relación a otras monedas pesadas, de acuerdo a los informes de la Reserva Federal.
Esas políticas, sin embargo, no han podido impedir que la popularidad del presidente descienda considerablemente y enfrente el rechazo del establecimiento político y económico, colocándole la espalda contra la pared.
Las exploraciones de algunos politólogos estadounidenses consideran que las causas principales de la situación que enfrenta su presidente se debe a su comportamiento bipolar y díscolo, que lo impulsa en forma dramática a entrar en conflictos irascibles con sus propios colaboradores y con los aliados de los Estados Unidos, especialmente los europeos.
Además, a infringir normas internas de convivencia en la Casa Blanca, en las políticas domésticas y en el plano internacional; a protagonizar escándalos por las redes sociales y los medios de comunicación tradicionales, los cuales se han hecho eco de graves denuncias sobre la conducta atípica del presidente, y otras más recientes, como las que había autorizado al desgaire en una mesa de trabajo las muertes de los presidentes Nicolás Maduro de Venezuela y Bashar Al-asad de Siria.
Como colofón, las publicaciones del pasado viernes del The New Times, que aparecerán en un libro que saldrá a la luz pública en octubre próximo y donde la protagonista dice haber tenido relaciones sexuales con el presidente, y confiesa haber recibido la suma de 130 mil dólares un mes antes de las elecciones de 2016 a cambio de su silencio.
Anterior a ese escándalo, cercanos colaboradores suyos están siendo encausados por la justicia norteamericana por esconder evidencias sobre la supuesta intromisión rusa en la campaña electoral y por el tema de la financiación de su campaña, que indudablemente colocarían al presidente en una tremenda fragilidad ante la justicia, que podrían situarlo frente a un impeachtment que le abrirían las puertas a un juicio político.
En suma, todos esos escándalos constituyen el retrato que Trump ha estado proyectando atropelladamente de sí mismo a sus ciudadanos como ejecutivo de la Casa Blanca, distinta a la imagen objetivo que dibujó con las consignas America First y Make America Great Again y que le ganaron el favor del electorado conservador.
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