POR MIGUEL ÁNGEL CID / Tres mayoritarios y un intruso

POR MIGUEL ÁNGEL CID CID

En Roma, ascender al poder o estabilizar el imperio durante el inicio de la era cristiana, se hizo sobre la base de las alianzas político-aristocrática. Vespasiano, para conquistar el trono convino con su hijo Tito –aspirante a emperador– en el 68 d.C., Constantino, para recuperar la fortaleza de Roma pactó con los cristianos en el 313 d.C.

En República Dominicana, Balaguer, luego de la muerte de Trujillo en 1961, se alió con los sectores de poder para lograr heredar al jefe. Leonel Fernández, en 1996 hizo lo propio con el gallo colora’o.

Alianza electoral

La alianza electoral es la unión temporal de dos o más partidos políticos para participar en una contienda electoral. El propósito consiste en fortalecer las posibilidades de triunfo de los aliados y, tocar un mayor pedazo del pastel a la hora de la repartición.

Las alianzas, en consecuencia, pueden limitarse a las elecciones. Es decir, luego de las votaciones termina el acuerdo. Por el contrario, la asociación puede basarse en perspectivas de carácter estratégico. O sea, que se proponga compartir el gobierno una vez lograda la victoria.

En ese orden, las elecciones municipales, las elecciones congresuales y las elecciones presidenciales se harán en fechas diferentes en el 2024. En los partidos políticos del país se siente desde ya el rugir de los vientos aliancistas.

El expresidente Hipólito Mejía, por ejemplo, sopla con mayor fuerza para arrastrar hacia el proyecto reeleccionista a las agrupaciones políticas de su conveniencia. El viejo zorro hace gala de su amistad profunda con el exmandatario Danilo Medina, presidente del PLD.

Mejía se reunió ¿por casualidad? en mayo 2022, con varios dirigentes del Comité Político morado. Finalizando el año, él dijo, que veía con buenos ojos una alianza entre los peledeistas y el PRM para las elecciones municipales de febrero 2024. No conforme, el guapo de Gurabo visitó a Danilo Medina en su casa por el inicio del nuevo año, hablaron de temas de interés nacional, dicen ellos.

No se sorprenda si, por motivo del cumpleaños de Danilo Medina, su amigo Hipólito Mejía le lleva una serenata por pura casualidad.

Abel Martínez Duran, precandidato presidencial de los morados dijo, en cambio, que solo pactará con el pueblo que está siendo maltratado por el actual gobierno.

Pero, ¿acaso Abel cree que se gobierna?

Dos escenarios probables

Escenario 1: Es imposible ver más allá del horizonte. Pero, antes del horizonte se avizora el PRM y el PLD unidos para acaparar la mayoría de los alcaldes y demás cargos municipales en febrero 2024. El riesgo del pacto consiste en que, la Fuerza del Pueblo se quede sola en la oposición. Y liderar la oposición le daría a la FUPU un valor agregado para las elecciones presidenciales.

Escenario 2: Aunque con nubarrones atravesados, puede divisarse al PLD en coalición con la FP. El principal inconveniente de esta unión radica en la obstinación de Leonel Fernández con ser él, el candidato presidencial. Por otro lado, Leonel podría correr el riesgo de ver a muchos de sus seguidores regresar al partido morado.

En el PLD podría ser catastrófica. Por ejemplo: Charles Mariotti, secretario general morado, se levantó temprano y amenazó con renunciar a su cargo si su partido se alía al León.

El intruso

Pero en noviembre del año recién pasado, Julio César Valentín, exsenador, dio un golpe de efecto. Renunció al PLD. La salida reside en que, primero, con el vestido morado Valentín se sentía como un extraño; segundo, formar su propio partido con el nombre de Justicia Social.

El exmiembro del Comité Político morado merodea junto a su Justicia Social las posibilidades de alianza con uno de los tres mayoritarios. En un abrir y cerrar de ojos, Julio César pasó a ser el intruso que le echa jabón al sancocho. 

En suma, Vespasiano falleció y su hijo Tito lo sucedió en el trono. El cristianismo santificó a Constantino y este, a su vez, le otorgó carácter oficial a la religión católica. Balaguer gobernó el país hasta después de su muerte y Leonel se granjeó doce años en la silla de alfileres.

¿Convendría a los tres partidos mayoritarios medir fuerzas entre ellos para que, sean los electores los que hagan la clasificación?

Cuidado que, el Valiente les come los caramelos.

 

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