Los inmigrantes: valoración positiva o negativa, según su posición económica
Por Miguel Ángel Cid Cid
En República Dominicana, el concepto «extranjero» se ha utilizado de manera despectiva para referirse a los nacionales haitianos. Hoy en día, es ligeramente diferente. Desde que las naciones poderosas comenzaron a incentivar la emigración venezolana, esta crece exponencialmente en Latinoamérica. De ahí, que ahora los migrantes venezolanos al ser cada vez más ponen en peligro la “seguridad” de los nativos. Cada día es más común escuchar los dominicanos comparar los venezolanos con los haitianos.
En efecto, hace poco tiempo ser venezolano era una garantía para conseguir un empleo digno. Se decía, que el venezolano es gente con buena preparación y muy trabajadora. Ahora la gente va cambiando su parecer sobre ellos. Por ejemplo, los motes y epítetos denigrantes llueven cuando se habla de los beneficios o perjuicios de tener cerca un nacional venezolano.
— En esa gente no se puede confiar, todas las mujeres son cueros y sus mismos maridos las mandan para vivir de ellas. Igual, hombres y mujeres son ladrones, mañosos, aprovechados, nalga floja, quita chance –, se comenta en discusiones callejeras.
Ahora bien, todavía viene mucha gente de Venezuela que consigue una excelente posición, con salarios altísimos. Sobre todo, los comunicadores. Estos, tienen asegurado su trabajo desde antes de llegar aquí. ¿Por qué? Es sencillo, los países que promueven y financian el éxodo venezolano son los mismos que trazan pautas a los países pobres y explotan sus recursos naturales.
En consecuencia, la inmigración venezolana es una emigración política, en muy contados casos económica. Esta es la razón por la que los comunicadores “caen para’o”, como decía Balbuena. Los comunicadores van a los medios masivos de comunicación a manipular información para desacreditar el régimen chavista, valiéndose de propaganda perversa.
En cambio, los gobiernos haitianos nunca piensan en Haití, no representan peligro para las fuerzas hegemónicas mundiales. Que los haitianos se vayan o se queden en Haití, a los gringos, franceses, españoles y alemanes, entre otros, “les da tres pitos y un cohete”. Las preguntas “se caen de la mata”.
¿Por qué Estados Unidos, Francia, España, Alemania, etc. no incentivan el éxodo venezolano a hacia sus territorios?
¿Será que la experiencia con los “refugiados políticos” cubanos, los marielitos fue tan traumática para las élites de “Gringolandia”?
La respuesta es simple, estos países súper poderosos se resisten a arriesgarse con Venezuela, Haití, República Dominicana… no vaya a ser que acontezca lo mismo que pasó con Cuba.
Además, en República Dominicana los haitianos “hieden a diablo” no por ser haitianos sino por ser muy pobres. Igual acontece con los latinoamericanos en los ¿países desarrollados?, los mexicanos “hieden”, dijo Donald Trump. En sí, el entonces aspirante presidencial estadounidense se refería a todos los latinos, más aun, descalificaba al universo de los inmigrantes pobres que llegan a su país. En consecuencia, es diferente la inmigración empobrecida a la migración enriquecida, poderosa, o matizada políticamente.
«Yo voy a emigrar al estilo europeo«, exclamó un amigo antes de irse a New York, él tiene años allá pero nadie le ve como europeo, sigue siendo un “pobre diablo”. A los blancos de los países fríos del norte se les conoce a leguas, huelen a rico desde la distancia. Igual pasa con la pobreza, solo que el olor a pobre es desagradable para los ricos. Es por esto que Donald Trump prefiere a los suecos, a los noruegos, u otros blancos europeos.
— A un amigo panameño le dijeron, «mientras más rápido te olvides quien fuiste, mejor te irá» y eso, hermano, es durooo…–, me contó el poeta Puro Tejada vía messenger.
De modo, que la valoración positiva o negativa de los inmigrantes, en el común de los países, pasa por tamiz socioeconómico del extraño.
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