Monólogo de Duarte a la Patria amada


 Por César Espinal
Muy cierto es que nací un día como hoy, hasta lo pequeñines de preescolar celebran mi nacimiento y como es natural me siento bien, o al menos eso sentía en la tierra, pero eso no quita el dolor muy profundo que siento porque mi obra aún no se materializa, desde muy joven afané por luchar por un país libre y de igualdad entre los hombres con oportunidad para todos.
En busca de mejores resultados marché a otros países para formarme y venir a formar. Traje conmigo las mejores ideas de desarrollo tanto así que me apoyé en una de las mejores, el poder municipal para descentralizar la carga del poder ejecutivo.
Me gustaba esa idea donde todo se manejara a nivel municipal para lograr ciudadanos más comprometidos y responsables, pero eso se obvió y los intereses económicos y el ansia de poder se impuso.
Fui desterrado pero nunca perdí la esperanza y aunque me queda poca, veo pequeñas luces al final del túnel. Aún así la preocupación persiste.
Desde el Estado veo que mi figura de enaltece cada año pero cumpliendo con un protocolo más, sé que se vería como inmodestia de mi parte; sin embargo, la realidad es que la naturaleza humana me dice que nosotros nos sentimos super bien cuando alguien habla bien de nuestras actuaciones pero lo cierto es que ya yo no pertenezco a los mutantes, me conforma estar en el mejor lugar alejado de maldad alguna.
No quiero terminar mi reflexión sin referirme a los educadores que cargan con la misión de seguir formando a esos infantes para que mi obra no fuera en vano, no para que me vean como un superhombre ni muchos menos pero si hombres de bien con valores definitivos y buenos principios.
Es posible que esta reflexión y otras que haré con el permiso de mi creador desde lo más alto tenga alguien que me sirva de portavoz.

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