POR MIGUEL ÁNGEL CID / La pulpería, ¿qué vendrá después del colmadón?
POR MIGUEL ÁNGEL CID CID
En la pulpería se tejen historias y se conoce lo que pasa en el pueblo. Pero nadie sabe con precisión lo que es, ni qué se hace en el colmadón.
Yo era un niño cuando nos mudamos del Cupey, Puerto Plata, a Santiago de los Caballeros. En el pueblo, decía doña Mariola, mi madre, no hay pulpería, eso es allá, en el campo. Aquí se llaman colmados.
Los campesinos, siguiendo lo anterior, tenían claro que la diferencia entre pulpería y colmado era solo de nombre. Es decir, ambos establecimientos vendían los mismos productos y los clientes propiciaban actividades parecidas.
Pero la gente del pueblo, decía don Luis, quiere ser siempre más fino que las del campo. Quieren apocar siempre a quienes le dan de comer. Apocar al que siembra.
Así pues, si partimos de las palabras de mis padres: don Luis Emilio Cid y doña Mariolinda Cid, tanto la pulpería como el colmado han convivido juntos. Han existido en espacios diferentes, pero en los mismos tiempos. La pulpería es rural y el colmado es urbano.
¿Qué es una pulpería?
Los párrafos anteriores describen, a manera de síntesis, que es en realidad una pulpería. Establecen que, es lo mismo que un colmado. De modo que, si quieres, puedes saltarse los cuatro párrafos siguientes.
Cierto que la acepción “pulpería” tiene un carácter más universal y literario que su compañero el “colmado”. En Argentina, por ejemplo: “…la pulpería era el único lugar donde los gauchos podían encontrarse en la soledad de la pampa”. En las pulperías se realizaban “…actividades de esparcimiento, como jugar a las cartas…”. (El Martín Fierro, 1939).
Juan Bosch, por su lado, describe la pulpería con detalles minuciosos en el cuento “La Pulpería”. Relata lo que pasó en la pulpería de Chu.
“La pulpería de Chu era en la noche un bulto silencioso. Estaba en un recodo del camino y sorprendía a los caminantes que desconocían el paraje. Apenas la alumbraba una jumiadora. Los golpes de luz destacaban el mostrador, la negra cabeza de Chu y el grupo de hombres que jugaban dominó. No se hablaba. A ratos sonaba el golpe de una silla o el de una pieza que alguien tiraba en la mesa. Los hombres escupían a un lado y Chu descansaba la frente en una mano”. (Juan Bosch, La pulpería, 1936).
Juan Bosch continúa: “La pulpería era igual cada noche; escasa gente la visitaba de día. Acaso los sábados iba más, a tomar ron y a charlar”.
Las descripciones anteriores indican que, la Pulpería —tanto aquí, en Argentina, Suramérica o España— es un lugar de venta de alimentos y de ron. Pero además del abastecimiento es un espacio de socialización, donde los clientes se informan del acontecer nacional y de lo que pasa en su comunidad.
En la pulpería del campo o en el colmado del pueblo se compraban los alimentos, medicinas u otros objetos de uso cotidiano. Los clientes se reunían a hablar de política, conocer los chismes del patio y tomar un trago de ron.
Era en esencia, un espacio para el disfrute sano de los comunitarios. Un lugar donde el temor a ser asaltado ni siquiera por asomo se mencionaba.
Pulpería
—Ayer, camino al conuco, entré a la pulpería de Pepe. Pedí un degolla’o (trago de ron), lo bebí y en eso un extraño preguntó por el hijo del compadre—, dijo Marianito a don Luis.
El diálogo se explica solo, los clientes se conocían, podían distinguir cuando llegaba un extraño.
Pero la figura de la pulpería fue desapareciendo en la medida que los colmados comenzaron a dar prioridad al expendio de bebidas alcohólicas. Principalmente a las cervezas.
Pocos eran los negocios donde se podía beber una cerveza bien fría. Una cerveza vestida de novia —como dicen los bebedores—. En Santiago, por ejemplo, conseguir una cerveza ceniza sólo era posible en Casa Bader.
No obstante, la Cervecería comenzó a distribuir congeladores capaces de mantener las cervezas heladas sin que se congelen. El hecho parece simple, pero le dio un giro al colmado, giro que muy pronto se volcó hacia las pulperías de los campos.
A lo anterior se le sumó el servicio de delivery. Con los mensajeros el cliente ya ni siquiera tiene que ir al colmado. Una llamada o un mensaje vía WhatsApp resuelve una compra en lo que pestaña un pollo.
Los cambios se precipitaron uno tras otro. Las pulperías del campo desaparecieron. Los colmados también. Ahora hay colmadones. El colmadón es una especie de negocio que nadie sabe si es pulpería, colmado, burdel o cabaret.
Aquí el enlace por si quieren leer el cuento La pulpería: https://www.literatura.us/juanbosch/pulperia.html
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