POR MIGUEL ÁNGEL CID / No… no solo de basura viven los ayuntamientos

POR MIGUEL ÁNGEL CID CID

Las autoridades municipales estrenadas en abril pasado copian a sus antecesores. Están enfocados en la basura. Como si la basura fuera el único problema por enfrentar en el municipio. A dónde queda el resto de las prioridades del municipio.

El gobierno local, por el contrario, debería identificar el universo de las prioridades del municipio. Una vez divisadas las debilidades procede planificar su solución. O sea, el ayuntamiento debería tener un plan que sirva de guía para la gestión del alcalde y el Concejo de Regidores.

Los distritos municipales son entidades edilicias que están dentro del municipio, pero con autonomía presupuestaria y electiva. Es decir, eligen sus autoridades por voto directo, universal.  Por tanto, les corresponde poner igual atención a la perorata anterior y, a la que sigue también.

Para precisión: los distritos municipales tienen Juntas de distrito, encabezadas por un director, no obstante, los directores insisten en llamarse alcaldes. El órgano regulador de la Junta de distrito es el Concejo de Vocales, pero se empecinan en ser Concejo de Regidores.

Competencias del ayuntamiento

Ahora bien, sean ayuntamientos o juntas de distritos, —las confusiones las crean las pifias cometidas por el legislador— los gobiernos locales gozan de competencias específicas. El aseo de la ciudad —recoger la basura— es solo una entre todas.

Las competencias propias del ayuntamiento, según la Ley 176-07, en su artículo 19, son: gestionar los espacios públicos urbanos y rurales, protección y mantenimiento de las áreas verdes, parques y jardines.

De igual modo, les corresponde la prevención, extinción de incendios y financiar las estaciones de bomberos. Construcción y gestión de mataderos, mercados y ferias. Ordenar y reglamentar el transporte público urbano. Promoción, fomento y desarrollo económico local. Preservación del patrimonio histórico y cultural del municipio, etc.

Servicios municipales

Se ha dicho antes, el ayuntamiento gobierna el municipio. Como gobierno al fin le corresponde intervenir en todo lo que acontezca en los limites del municipio. O cuando menos estar informado.

En consecuencia, los servicios que requieren el territorio, la población y el gobierno mismo es tarea obligatoria del Ayuntamiento. Para cumplir con las obligaciones podrá asociarse con otros municipios o con las instancias del Gobierno Central que corresponda.

Entre los servicios mínimos —ordena el artículo 20, Ley 176-07— están, por ejemplo: «Cementerios y servicios fúnebres, recolección, tratamiento y disposición final de los desechos sólidos urbanos y rurales, limpieza vial, acceso a los núcleos de población, reconstrucción y mantenimiento de calles, aceras, contenes y caminos rurales».

Agrega la Ley, además, las «plazas, parques públicos, biblioteca pública, instalaciones deportivas, matadero, mercado, protección y defensa civil, prevención y extinción de incendios, protección del medio ambiente, planeamiento urbano y servicios sociales básicos».

Visto lo anterior, queda demostrado que los gobiernos locales tienen una gama de responsabilidades que la Ley municipal no sólo les endosa, sino que enfatiza que son obligatorias.

¿Por qué la mayoría de las autoridades locales solo se centra en recoger, y no bien, la basura del municipio?

Porque la recogida de desechos, a pesar de representar un gasto por la deficiencia organizativa y la falta de voluntad, también genera adeptos —clientes— electorales.

No obstante, la gestión de los desechos, enfocado con visión empresarial podría ser una de las principales fuentes de ingresos propios del gobierno local. Cierto que la mayoría de los ayuntamientos y juntas de distritos manejan presupuestos pírricos. Cierto que en muchos casos la ciudadanía no contribuye.

Pero igual de cierto es que los alcaldes y regidores se rodean de gentes incapaces, de gente cuyo único mérito consiste en haber hecho campaña. Cierto que ni tan siquiera se les ocurre formular el plan de desarrollo que manda la ley.

Lo anterior requiere —en la mayoría de los ayuntamientos— contratar técnicos para hacer la planificación o tratar un área específica. A contratar gente fuera del partido, las autoridades municipales le huyen como el diablo a la cruz. Por el contrario, reparten millones tratando de sumar votos a destiempo. Pero el efecto es inverso.

Son estas las razones que empujan a los gobiernos locales a desaprovechar la basura como recurso rentable para el ayuntamiento y para su futuro electoral.

En suma, las autoridades municipales deberían recordar que la basura no es su única ocupación. 

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