POR J. ESTÉVEZ ARISTY / El Premio Nacional de Literatura 2023

POR J. ESTÉVEZ ARISTY

   La controversia ha surgido de un momento a otro. Inmediatamente se supo que el premio Nacional de Literatura 2023 recayó sobre un tal Freddy Bretón, la piña se puso agria.

   Las objeciones parecen tener fundamento: un escritor prácticamente desconocido y con una precaria producción literaria.

   ¿Merece este escritor estar al lado de Juan Bosch, Marcio Veloz Maggiolo, Bruno Rosario Candelier, ¿Tony Raful y León David?  Escritores formidables cuyo Premio Nacional no generó controversias.

  Las voces disidentes han sido más. Sin embargo, La Unión de Escritores Dominicanos (UED), sin consultar a sus miembros, lanzó un comunicado bendiciendo la decisión de los rectores universitarios reunidos en torno a la Fundación Corripio.

   Se nota entre los defensores, escritores de plumas débiles o fuertes, una defensa a dicha premiación no de corazón, sino de conveniencia.

    Rebatir ese premio es alejar la posibilidad de obtenerlo a corto, mediano o lejano plazos, ya que podría causar ronchas en el jurado seleccionador. Te conozco bacalao, aunque vengas disfrazado. ¿A quién tú vas a engañar?

   El próximo año, es casi seguro que el jurado de dicho premio tratará de seleccionar a un escritor inobjetable y que evite la virulencia del resentimiento y el escándalo de los mal heridos en el corazón de su podrida grandeza.

    Voces disidentes quieren romper el patrón de selección. Abogan por un jurado más plural y juicioso. Menos cerrado y lineal. Más concienzudo y profundo.

   Craso error. La Fundación Corripio ha creado su premio y tiene todo el derecho de determinar las reglas para la selección anual del escritor que a juicio de los rectores universitarios merece el preponderante premio.

    Este premio, empero, y con tan rimbombante categoría no debe ser el único en el patio de los merecimientos.

    La Unión de Escritores Dominicanos debe de crear el suyo, lo mismo que el Ministerio de Cultura, embajadas de conciencia literaria, el Propio Estado y hasta el Ministerio de Educación.

   Entre tanto, hay que dejar el Premio de Corripio tranquilo, en virtud de que han sido más sus aciertos que desaciertos. Cuestionar este premio es una acción inválida, pues «palo dao ni Dios lo quita» y la regla fundamental hace inapelable la rotunda decisión del jurado.

   Otra cosa. Escritores como Miguel Cervantes Saavedra y Frank Kafka alcanzaron la trascendencia postmorten sin ningún tipo de distinciones.

    El afán de preseas y reconocimientos de muchos escritores dominicanos raya en la ridiculez de un orgullo con vanidad evidente, abominable y degenerativa, obtusa y de vaho fétido de la ambición de dinero.

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