POR MIGUEL ÁNGEL CID / Las jerigonzas al hablar están de regreso
POR MIGUEL ÁNGEL CID CID
Cuando uno estrenaba zapatos era costumbre que en las esquinas del barrio la gente se asombrara diciendo –¡oh!, este está pisando arañas hoy. Ahora con el mismo tono de sorpresa te dicen ¡oye! amigo, te pusiste ruedas nuevas. Pero, si le cambias las gomas al carro, por el contrario, expresan –caramba que bien se ve el carro con zapatos nuevos.
¿Será que hay cosas que intercambiaron el nombre sin que nosotros, los que ya superamos la tercera edad lográramos darnos cuenta?
Hoy día las redes sociales reinan en la comunicación digital. Los que siguen su derrotero van asumiendo en automático, sin razonar los cambios bruscos introducidos en el
y en el lenguaje hablado.
Es normal, por ejemplo, que en un chat por cualquiera de las plataformas virtuales un conocido quiera saber sobre tu estado de ánimo, de salud u otros tópicos. Lo prudente es que te pregunten ¿cómo tu estas? Pero como es en un chat la pregunta será –klk–, sin ningún tipo de signos gramaticales.
La respuesta del receptor interpelado no se hace esperar –tranqui–, le escribe.
En una ocasión le pregunte a un amigo virtual ¿Qué quieren decir esas tres letras “klk”? el amigo respondió en un mensaje de voz:
— Mano, tienes que actualizarte con el lenguaje de las redes. Ése “klk” significa algo así como ¿Qué es lo que es? O puede ser ¿Cómo estás amigo?
Lo de “tranqui” no lo pregunte, es entendible. Se ve que la intención consiste en ahorrarse las últimas dos letras de la palabra “tranquilo”. Y de paso darle un sonido más suave.
Pero acogí sin discusión la explicación del amigo. De todas maneras, me quede dándole vueltas al asunto. Quería encontrar –en la aclaración que me hizo en el audio– la relación de las “k” y la “l” interpuesta entre las dos.
Todo esto viene a cuento porque hace unos meses compré un par de zapatos tipo botas en piel gamuza. Media bota le llaman algunos. En otros lugares le dicen botines. El día que estrené mis botas fui a un bar con unos amigos. Al entrar el propietario del establecimiento Luis Domínguez, periodista y reportero de televisión dijo:
— Waooo Miguel, que ruedas que se ven elegantes y bellas, parece que son nuevas.
Saludé a Luis con cariño y respeto. Pero de inmediato volví la espalda para ver ¿Qué era lo raro que tenían las gomas del carro?, ¿Qué era lo que provocaba el asombro del amigo Luis? Las gomas necesitaban una buena lavada. Estaban sucias.
Regrese al bar y Luis volvió sobre el mismo tema. Parece que esperaba que le respondiera agradeciendo el piropo. Entonces pregunté:
Luis ¿A qué ruedas es que te estas refiriendo? Porque hasta donde sé, las del carro no son nuevas y de paso el sucio no es motivo de asombro.
— No. No hablo del carro. Estoy refiriéndome a las botas que traes puestas hoy, dijo Luis. Y luego remachó, estas atrasado Miguel.
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