POR MIGUEL ÁNGEL CID / Haití SOS
Por Miguel Ángel Cid Cid
¿Qué estamos haciendo por Haití? La pregunta corresponde a la canción “La noche del Jabalí” del cantautor venezolano Alí Primera, fallecido. El tono en que se formula la interrogante hace pensar que todos somos culpables de lo que padece el pueblo haitiano.
Tal vez algo de culpa tenemos. Pero esa dosis de pecado no sería mayor en el caso dominicano como también lo es para cualquier otra nación del continente. Sin embargo, el pueblo dominicano aporta siempre su cuota para expiar sus culpas. El devastador terremoto que sufrió Haití en el 2010, dejó prueba contundente de solidaridad, de este lado de la isla, que todavía resuena en la memoria. ¿Se conoce algún país que, incluso siendo pobre, haya contribuido más que República Dominicana para que los haitianos se levanten de sus ruinas?
Ahora Haití vive las consecuencias de un magnicidio, que no vivía desde el 1915, cuando fue asesinado el presidente Vilbrun Guillaume Sam. El presidente de EEUU de entonces, Woodrow Wilson, ordenó la intervención militar de Haití, dizque para evitar la anarquía en el país. La ocupación se prolongó por diecinueve años.
Resulta raro que los estadounidenses, luego del asesinato del presidente Jovenel Moïse, no se encaminaron a invadir a Haití. Justo lo que hicieron cuando mataron a Vilbrun Guillaume.
Lo que ha surgido es una cadena de insinuaciones que busca culpables donde no los hay. República Dominicana, en ese sentido, se ha convertido en el foco de las especulaciones de Estados Unidos, Francia, Colombia, entre otros.
Los hechos más importantes que demuestran las insinuaciones acusatorias son cuatro. Veamos:
Primero. Luego del crimen contra Moïse, el pasado 7 de julio, los medios de prensa hicieron un amplio despliegue noticioso. Rusia Time (RT), periódico digital ruso, entrevistó, vía Zoom, a Alberto Rabilotta, periodista francés, especialista en asuntos haitianos. Rabilotta afirmó que República Dominicana podría estar involucrada en la muerte de Jovenel. El periodista se basa en un audio en que se escucha a los presuntos asesinos hablar en español e inglés. Los reporteros de RT pidieron a Rabilotta abandonar la acusación por falta de evidencias.
Segundo. Los Mass Media internaciones difundieron las fotos que se tomó frente al Palacio Nacional uno de los mercenarios que, se alega, participó en el crimen. Igual hicieron por las redes sociales. Los comentarios insistían en que el mercenario había salido de la casa de gobierno dominicano.
Tercero. Se propagó que el grupo de mercenarios colombianos se había reunido a planificar la acción criminal en un hotel de lujo dominicano. ¿Acaso los hoteles deben tener un cuerpo de espías para investigar sus huéspedes? O ¿la gente que se hospeda en un hotel no tiene derecho a celebrar reuniones privadas?
Cuarto. Se anunció, por todo lo alto, que los asesinos del mandatario haitiano se transportaron en una aeronave propiedad de un excandidato presidencial dominicano. La insinuación fue desplegada por un prestigioso periódico colombiano.
¿Por qué tantas indirectas que tratan de implicar al país al brutal magnicidio? ¿No será que los Estados Unidos y Francia quieren matar dos pájaros de un solo tiro?
La crisis haitiana de hoy amerita de acciones concretas que contribuyan a la organización de ese pobre y sufrido pueblo. El papel al que apuestan los dominicanos es a contribuir en la construcción de ese proceso de organización, conducido por y para los haitianos. Aspira a que las naciones que desfalcaron a la isla aporten una cuota importante en la reconstrucción, pero sin intervención militar. Ya es tiempo de pasar de las palabras a los hechos.
Haití puede y debe resolver su destino por su propia cuenta. Que así lo haga no quita que nosotros ayudemos a allanar el camino. La noche del 14 de agosto de 1791, en Guacayman, demuestra que los haitianos pueden construir su propia historia. Para que así sea se requiere que las grandes potencias se olviden de querer implantar sus propias recetas.
El ritual de Guacayman, donde se sacrificó un cerdo negro, marcó dos hitos. El primero es el inicio de la revolución de los negros cimarrones en Haití. El segundo, selló un pacto con el dios supremo para dar origen al Vudú Haitiano.
Pero los colonos blancos, franceses, difundieron que los esclavos habían hecho un pacto con el Diablo. La reacción violenta de colonos y esclavos produjo el asesinato de Macandal, máximo líder del Vudú Haitiano.
¿Quiénes se animan a elevar plegarias para que Dios venga en auxilio de los haitianos?
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