POR MIGUEL ÁNGEL CID / Limpiar el país reclama un cambio cultural

Por Miguel Ángel Cid Cid

Los alcaldes y regidores de nuestras alcaldías repiten con orgullo que en la Constitución de Duarte “El municipio es el cuarto poder del Estado”. Ellos ignoran que en aquella época Juan Pablo Duarte tenía de ejemplo a los municipios europeos. En Europa los ayuntamientos son un gobierno real. Los municipios dominicanos se conforman con la ilusión de la autonomía.

Los Ayuntamientos criollos se baten en una suerte de retroceso disfrazado de progreso y modernidad. Cualquier funcionario de menor categoría del gobierno central cuenta con la sumisión del alcalde para hacer y deshacer. Esa práctica de subordinación tiene que cambiar.

De vez en cuando el gobierno – no importa cual partido esté en el poder — pone en marcha programas de apoyo al desarrollo municipal. Recuerdo que Leonel Fernández propuso modernizar los cuerpos de bomberos en todo el país. Sin embargo, la iniciativa tenía un maco, un bobo, un objetivo oculto: quitarles a los ayuntamientos el mando de los bomberos. La rocambolesca idea era crear una entidad nacional desvinculada de los ayuntamientos.

Danilo Medina creó el programa “Dominicana Limpia”. El propósito inicial era contribuir a la buena gestión de la limpieza en los municipios del país y mejorar la administración técnica de los vertederos. Luego se reveló que, en realidad, lo que pretendía era arrancarles los vertederos a los ayuntamientos y crear una institución nacional para dirigirlos. Pero al final los fondos del programa fueron usados para otros propósitos…

El presente gobierno de Luis Abinader, al través de la Liga Municipal Dominicana, puso en marcha el programa “Limpio Mi País”.

El propósito general es “Promover un mayor empoderamiento institucional, social y ciudadano sobre la responsabilidad y la capacidad para contribuir al aprovechamiento de los residuos sólidos urbanos en beneficio del mantenimiento de la limpieza en las ciudades, el cuidado del medioambiente y la generación de recursos económicos”. Aunque la iniciativa, hasta ahora, no es muy explicativa, luce interesante.

La Educación y el Cambio Cultural son los dos primeros de los cinco ejes de trabajo de “Limpio Mi País”. Por su capacidad abarcadora estos ejes deben ser transversales. Y a partir de ellos mejorar la calidad de los servicios municipales e impulsar soluciones a las distintas necesidades de las comunidades. En cuanto a la gestión de los vertederos, transformados en rellenos sanitarios, se plantea poner en marcha acciones de emprendurismo a partir de los residuos sólidos.

De modo que resulta necesario cerrar los vertederos para pasar a la construcción de rellenos sanitarios gestionados en sociedad por varios municipios, dentro de la provincia o de la región. De eso no hay dudas. Debo advertir que la gestión colegiada está ausente en la cultura de administración local dominicana. Como expresé más arriba, la sumisión al poder mayor es la norma. Mayrelin García, subsecretaria de Gestión y Asistencia Técnica Municipal de la LMD, por suerte ésta vez, es la responsable de la coordinación de “Limpio Mi País”. Ella está consciente en que pasar de lo individual a lo colectivo, en materia de gestión de residuos, requiere del cambio cultural.

Para propiciar ese cambio, Mayrelin trabaja en la formación de mancomunidades de municipios a nivel provincial y regional. Ella nota que ya se formó la mancomunidad de Villa Altagracia para la administración del vertedero.

Cabe decir que el mecanismo de las mancomunidades lo contempla la Ley 176-07. El artículo 72 “reconoce a los municipios el derecho a asociarse con otros en mancomunidades para la ejecución en común de obras y servicios determinados de su competencia”. En el artículo 73, literal e, la Ley establece que las mancomunidades se rigen, a su vez, por “la Ley 122-05 para la regulación y fomento de las asociaciones sin fines de lucro y de los procedimientos de aprobación que la misma establece”.

La otra ambición es la vinculación del liderazgo de los diferentes sectores locales. El proceso de reciclaje y aprovechamiento de los residuos requiere de la integración amplia de los sectores comunitarios.

Desde Villa Altagracia hay que comenzar a empujar esos esfuerzos. Jacobo Reyes, dirigente local e integrante del Consejo Económico y Social del municipio, propone que hay que integrar la comunidad a la mancomunidad ya formada. De modo que la LMD consiga transformar los ayuntamientos en entidades capaces de hacer gestión colegiada. Y convertir a los munícipes en entes capaces de reciclar los residuos. Sólo así el cambio cultural podrá ser sostenible.  

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