RAFAEL PERALTA ROMERO | Se detuvo la vida… no prosigue su agitado curso, Rodriguito

Por Rafael Peralta Romero
(rafaelperaltar@gmail.com).-

Que la vida no se detiene? Desde el punto de vista biológico, el detenimiento equivale al cese de la vida ¿y qué es el cese de la vida si no la muerte? La muerte es un fenómeno tan ordinario que ocurre diariamente. El aserto de que la vida no se detiene encuentra asidero como expresión social, limítrofe con la reflexión filosófica.

Rodriguito (Manuel Antonio Rodríguez) fue un locutor que hizo fama en la radio del siglo pasado con su programa El informador policíaco, cuya sección El suceso de hoy fue deleite de adultos y chicos. Al final del suceso dramatizado, Rodriguito emitía un comentario que terminaba con el lema “Y la vida no se detiene….prosigue su agitado curso”.

La proposición de Rodriguito conllevaba una forma de ver la vida, su material de trabajo eran hechos trágicos que involucraban al ser humano, en conflictos con sus semejantes o con el ambiente. Pese a las desgracias, muertes incluidas, el locutor proclamaba su divisa con la seguridad de Galileo defendiendo la redondez de la tierra.

En este año, 2020, la vida se ha detenido como nadie lo hubiera podido vaticinar. Es mucho lo que incluye la economía, pues diversión, deportes, relación amorosa y vida familiar, aparentemente ajeno a ese quehacer, giran sobre el eje económico. La industria, los servicios, la educación todo ha sufrido un brusco frenazo.

La actividad sexual, una de las fuerzas que mueven el mundo, ¿cuánto ha mermado de febrero hasta acá? Las relaciones formales expresadas en la vida de pareja acaso se hayan fortalecido. Por el contrario, la industria del sexo sí ha sufrido paralización. ¿Y qué decir de la inercia impuesta a las relaciones complementarias?

Rodriguito, nacido en 1911 en Santiago, falleció en 1974, por lo que no podrá responderme al preguntarle si al contemplar las atrocidades y desmanes de la covid-19, aquí y en todo el mundo, seguiría pregonando que la vida no se detiene. Las escuelas sin estudiantes ni maestros, las iglesias sin feligresía, los bares sin gente…es ausencia de vida.

De un paciente que permanece en coma se dirá que está vivo porque le funciona el sistema cardiorespiratorio, pero la vida es mucho más que sístole-diástole. No me atrevo a comparar el estado actual del mundo con el de un paciente moribundo, pero nos está faltando mucha vida. Millones de personas fuera de sus centros de trabajo es la peor paralización.

La vida se ha detenido, ¿cuándo proseguirá su agitado curso? Sería bueno saberlo.

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