Los gentilicios en la historia

RAFAEL PERALTA ROMERO

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Gentilicio deriva de gente. En etimología más remota, digamos que procede del  latín “gentilicius”,   derivado  de “gentīlis”: ‘que pertenece a una misma nación o a un mismo linaje’. Los cronistas suelen mencionar los pueblos antiguos  por sus gentilicios: los griegos, los romanos, los árabes, los hebreos, los chinos. Asocian a la gente de cada lugar con el atributo que le es más propio.

Está comprobado   que unos pueblos han  ejercido  niveles de protagonismo determinantes para la  historia de la humanidad.  Los griegos se empeñaron en explicar  el mundo a través de la filosofía, madre de todas las ciencias.  Los romanos prefirieron  avasallar pueblos para ensanchar su imperio e imponer su cultura y su lengua. El legado romano incluye derecho, calendario, el alfabeto…

La lengua  latina, esparcida por el mundo,  ha parido otros idiomas  denominados romances o neolatinos. Debido al poderoso influjo romano nos llaman latinos a quienes hablamos alguna de las lenguas emanadas de la propia del Latium  (español, francés, italiano, portugués, rumano, catalán, gallego…). El romano no  fue solo un imperio militar, sino cultural.

Árabe  son los naturales de Arabia, una región de Asia. Este  gentilicio  es de los  que se han hecho sentir  de uno a otro confín del universo por sus inventos y descubrimientos. Bastaría con que hayan descubierto el café  y organizaran  el sistema numérico.  En el siglo xx muchos de ellos migraron a República Dominicana huyendo de los turcos.

Libaneses, sirios y palestinos  -árabes, no turcos- se han integrado a la vida  dominicana, destacándose en el comercio y el ejercicio de carreras profesionales. Un descendiente de esta etnia fue presidente de la República  y otros han sido rectores o ejecutivos universitarios: Kasse Acta, Tolentino Dipp, Cury, Aybar Nicolás, Antonio Rosario, Abinader, Scheker…

¿Recuerda usted los fenicios, los medos y los persas? Todos son gentilicios de notable presencia universal.  Pero ninguno como los chinos. Más meritorio que la invención de la pólvora debe ser la de la brújula. La sabiduría del pueblo chino, sin embargo,   se fundamenta en su disciplina y el respeto a su propia cultura.

La memoria me sugiere una lección escolar  relativa a los griegos. Es aquel paralelismo entre  Esparta y Atenas.  Los atenienses se ocupaban  del discurrir filosófico, discusiones en el ágora, y algunos trabajos  atinentes a la producción material.  Pero los espartanos se preparaban para la guerra. De ahí que este gentilicio deviniera en sinónimo de austero, firme, severo.

El espacio se  agota pero no el tema. ¿Cómo hablar de gentilicios en la historia sin mencionar hebreos, judíos, nazarenos, galileos, samaritanos  o corintios? Los invito a la próxima entrega.

rafaelperaltar@gmail.com

 

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