Nicaragua y “Adiós, muchachos” (2/2)

De izquierda a derecha aplaudiendo, Sergio Ramírez, Fidel Castro y Daniel Ortega

POR RAFAEL PERALTA ROMERO

Muchos pueblos  y organizaciones del mundo volcaron  su ayuda al sostenimiento de la revolución nicaragüense, país convaleciente  por los embates de la guerra y del terremoto de 1972.

Se integró una junta de gobierno con personas de diferentes tendencias y formaciones: Violeta Chamorro, Alfonso Robelo, Moisés Hassan, Daniel Ortega y Sergio Ramírez. Más adelante el escritor sería vicepresidente de la República por cinco años.

Las memorias  de Sergio Ramírez resaltan heroísmos, martirios, entregas generosas y acciones políticas para echar hacia delante ese país. Pero también apunta Ramírez cuando comenzaron a cambiar los “parámetros éticos de la revolución”. Y cuenta que al momento de escribir este libro se eliminaban de calles y edificios públicos nombres de muchachos que murieron heroicamente  en la revolución.

Cuando el FSLN perdió las elecciones de  1990, derrotado por Violeta Chamorro,  los dirigentes temieron irse a la calle sin dinero y calcularon que el partido necesitaba recursos, entonces procedieron a traspasar propiedades públicas a algunos  dirigentes que luego se quedaron con ellas.

“Pero la operación que habría de demoler todo aquel código de reglas estrictas empezó poco después, bajo el amparo de una justificación estrictamente política, que fue la primera carga explosiva colocada en la base del muro de contención:  el sandinismo no podía irse del gobierno sin medios materiales, porque significaba su aniquilamiento. El FSLN necesitaba bienes, rentas, y había que tomarlos del Estado antes de que se cumplieran los tres meses de la transición”. (pág. 53).

Sergio Ramírez ofrece en estas memorias detalles muy minuciosos en torno a la revolución y a momentos previos, acciones dramáticas, como asaltos a cuarteles, secuestro de figuras  públicas para  cambiar por prisioneros políticos, detalles de la vida en el exilio del propio Ramírez y su familia y otros sandinistas.

Con este libro Sergio Ramírez demuestra su compromiso con la verdad, como ha de ser para todo escritor, sobre todo si  ha sido testigo y actor  de un sumario de acciones   destinadas a cambiar el destino de una nación empobrecida  y sojuzgada por una familia que proclamaba y demostraba que era dueña de Nicaragua.

El libro fue publicado a veinte años del  triunfo sandinista, 1979. Hoy, casi a otros veinte años de la aparición de Adiós muchachos, se ve con poco esfuerzo el cumplimiento de la visión profética del autor  respecto del presidente Daniel Ortega y su alejamiento de la  ideología que orientó al movimiento revolucionario. De ahí, la nostalgia, y  de ahí que Sergio Ramírez haya preferido declararle a ese grupo: Adiós muchachos.

 

 

 

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