Política migratoria

RAFAEL PERALTA ROMERO

La política migratoria es parte esencial de la organización del Estado. Pese al cúmulo de informaciones  que divulga la prensa diaria en torno a acciones relacionadas con migraciones,  parece difícil entender  las líneas de acción del Estado dominicano  respecto de este tópico. Lo más visible en el caso es una contradicción.

La relevancia de las noticias  relacionadas con este tema viene dada por la constante presencia de haitianos en el territorio nacional. Llega gente de todo lado porque es República Dominicana el mejor país para ser extranjero. Si el inmigrante es gringo o europeo aquí es dueño, aunque sea un perseguido de la justicia en su país.

Ser blanco y extranjero aquí es un privilegio. Los haitianos que ingresan  en masa hacia el lado este de la isla de Santo Domingo, ni son blancos ni traen dinero, pero también son privilegiados, aunque parezca una paradoja. Ellos llegan sin cumplir los requisitos que la ley establece para el ingreso de un extranjero a nuestro territorio.

La política migratoria, sobre todo frente  a la oleada de emigrantes haitianos,  no puede basarse  en las tenebrosas  predicciones de grupos  afiebrados, entre ellos intelectuales y políticos, que vaticinan   un cataclismo  debido a lo que consideran exagerada  presencia haitiana en nuestro país. Pero tampoco debe quedarse en la mera contemplación.

Foros internacionales, como  Caricom, que reúne pequeños Estados del Caribe,  han  condenado reiteradamente  la política migratoria dominicana hacia los descendientes de haitianos  nacidos aquí. Quieren para ellos más de lo que se les da. En otros ámbitos  aspiran a que los dominicanos  carguemos con los problemas de la población haitiana, cuya única abundancia es de carencias.

El pueblo dominicano  sufre calamidades de todo género: hambre, insalubridad, crisis de servicios  públicos,  pero aun así  financia el parto de las mujeres haitianas, quienes consumen la mayor parte del presupuesto en los hospitales de maternidad. Algunas paren y se van, otras pretenden reclamar el derecho de suelo para su criatura.

El gobierno dominicano  defiende su política migratoria. Cada cierto tiempo  algún comandante militar reporta la devolución hacia su país de  decenas de haitianos que intentaban penetrar ilegalmente. Aquí la mayoría cree que el ingreso ilegal de haitianos es un negocio en el que los más beneficiados son militares asignados a la frontera.

El peor  aspecto de la migración ilegal de haitianos es la falta de identidad o la suplantación de identidad, presumible en los nombres por los que se hacen llamar.  ¿Por qué se apellidan García,  Ramírez, Sánchez o Fernández?  ¿Alguna autoridad se preocupa por  este detalle? Es parte de la   imprecisa política migratoria del gobierno dominicano.

 

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