«Voy a ser la siguiente asesinada». El presagio de la chica de 20 años que se ha cumplido

"Voy a ser la siguiente asesinada"

Andrea Carballo con su «amante»asesino.

Tenía 20 años. Vivía aterrada. Sabía que su exnovio la iba a matar. Pero le decían que era una histérica. Al final la quemó viva.

ESPAÑA. Andrea tenía sólo 20 años. La edad de ser feliz. De apurar despreocupadamente la juventud. Pero ella  vivía aterrada. Con miedo cada momento de su vida, porque sabía que Víctor, su exnovio, la iba a matar. Sabía que él no pararía hasta acabar con su vida. Voy a ser la siguiente asesinada, le dijo a su madre. Voy a ser la siguiente asesinada. ¿Cómo llega una chica de tan sólo 20 años a esa terrible conclusión? ¿Qué infierno está siendo su vida?

Andrea denunció a Víctor. Le denunció después de que él intentara atropellarla. No soportaba que ella hubiera dejado la relación. Y a pesar de que su futuro asesino había maltratado también a su anterior novia, ni la policía ni el juzgado lo consideraron un caso grave. No le pusieron protección policial más que ocasionalmente, en horas y días al azar.

¡Ah! Y dictaron una ridícula orden de alejamiento -¿de qué narices sirve una orden de alejamiento que no se puede obligar a cumplir?- de 200 metros.

Le decían que era una histérica. Una loca. Ya sabéis. Cosas de mujeres. De brujas. De zorras. De putas. Cosas de feminazis y de denuncias falsas. Resentida. Odiadora de hombres.

Hasta que él la esperó a la salida de casa, a las seis de la mañana, cuando ella iba a trabajar, siempre acompañada, siempre con miedo. Siempre pensando en que él iba a aparecer para matarla. Era aún de noche, y Andrea estaba esperando a una amiga que la recogiera para ir juntas a un almacén de naranjas en el que trabajaban. Los vecinos cuentan que oyeron gritos. Alaridos. “Como de alguien a quien están matando”. Que él la arrastró varios metros del pelo, hasta que consiguió meterla en el coche. Condujo de forma endiablada. Andrea, muerta de miedo en el asiento del copiloto, intentando escapar. Él diciéndole, quizá, que iba a morir.

Minutos después se estrellaba contra el surtidor de una gasolinera. La quemó viva.

¿Se imaginan cómo vivía esa chica? El pánico cada segundo de su vida. Con tan sólo veinte años.

Andrea Carballo tenía tres hermanos, el menor de ellos de cinco años, vivía en Vila-real (Castellón),  España, donde estudió peluquería. Su plan más inmediato era “arreglar su habitación”, recuerda con una sonrisa amarga Raquel, amiga de la fallecida el sábado pasado, después de que, presuntamente, su expareja estrellara el coche en el que viajaban ambos contra una gasolinera en Benicàssim. El pasado 13 de diciembre, Carballo denunció a Víctor Llorens por un intento de atropello. El Juzgado de Violencia sobre la Mujer de Vila-real dictó una orden de alejamiento. Nada más. La policía valoró el caso como de riesgo medio y se le asignó vigilancia policial “ocasional y aleatoria”.

Ha sido una de las últimas víctimas de violencia doméstica de 2017. Andrea Carballo, de 20 años, fue secuestrada por su expareja Víctor Llorens la mañana del 24 de diciembre. A toda velocidad el coche en el que viajaban se estrelló contra en una bomba gasolinera en Benicassim. Él tenía una orden de alejamiento que quebrantó varias veces y antecedentes por violencia machista contra otra mujer. Pero esa orden y las denuncias reiteradas de la madre no sirvieron para salvar su vida.

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