El informe policial que asegura que Santo Cedano violó, apuñaló y ahorcó niña de Higüey está plagado de cabos sueltos
Por Denis Mota Alvarez
En una rueda de prensa ayer viernes el vocero de la Policía Nacional, coronel Frank Durán Mejía, explicó que Santo Cedano, mejor conocido como Ángel, de 32 años de edad, soltero, quien se desempeña como mecánico, al ser cuestionado por las autoridades, tras su apresamiento, admitió que violó y ahorcó a la niña de 11 años, Rosa Iris Maite Gil Rivera, en Higüey.
Sin embargo, son muchos los cabos sueltos y las preguntas por responder que la investigación policial no aclara. En tanto el Ministerio Público hiüeyano parece mudo y nulo, contario a lo ocurrido en San Francisco de Macorís, donde se reforzó la investigación del asesinato de Emely del Carmen Peguero, de 16 años, residente de Cenoví, designando al procurador General Adjunto, Bolívar Sánchez. Lo cierto es que el Ministerio Público higüeyano ha brillado por su ausencia.
Es insuficiente y, hasta cierto punto irrelevante, que Santo Cedano se haya declarado culpable. En materia penal hay que reunir evidencias, pruebas y circunstancias y para eso están el Ministerio Público, la Policía Nacional y los organismos forenses competentes. Hasta el momento se han limitado a presentar tan solo el vehículo donde supuestamente la transportaron al cañaveral de la Otra Banda.
Pero en ningún momento la policía y el Ministerio Público han dado a conocer la autopsia, que la Ley No. 136 establece que «es obligatoria la práctica de la autopsia en la instrucción preparatoria del proceso penal» cuando la muerte pudiera haberse producido en las circunstancias siguientes:
a). Cuando existan indicios o sospechas de que haya sido provocada por medios criminales. b). Por alguna forma de violencia criminal. c). Repentina o inesperadamente disfrutando la persona de relativa o aparente buena salud, y d). Si la persona estuviera en prisión.
En la indicada rueda de prensa, el vocero policial cita como experticia forense que “Al ser examinado (el cadáver) por el médico legista, Félix R. Tejada, los resultados han sido estremecedores. De acuerdo al informe forense, Rosa Iris murió víctima de un shock hemorrágico por heridas de arma blanca a nivel del cuello y tórax. Aunque hay que aclarar que, en la versión ofrecida por Cedano, solo señala que ahorcó a la niña, no refiere haberla herido”.
Pero el jueves el vocero de la Policía Nacional, Franklin Durán Mejía, “pidió a la población que no se divulgue un audio en el que se dice que le sacaron los órganos a la niña de 11 años, Rosa Iris Maite, quien fue hallada muerta en Higüey”.
El periódico Listín Diario recoge las declaraciones donde Durán Mejía añadió “que según las investigaciones del caso no se ha determinado si el hecho es real”.
Diariogente.com no le ha dado cabida al referido audio por carecer el mismo de una fuente de origen confiable, pero entendemos que la única forma de aclarar la veracidad o descartar tales rumores en las redes sociales es que se presente el reporte de la autopsia, si es que se hizo, o de lo contario se haga la experticia con representantes del Colegio Médico Dominicano (CMD) y la Comisión Nacional de Derechos Humanos (CNDH-RD), para despejar dudas, porque la policía y el Misterio Público, desde el momento de la denuncia de la desaparición de la infanta no han dado muestra de ser confiables en la investigación.
Se habla en las redes sociales de que detrás del crimen andan bandas de dominicanos y extranjeros (colombianos y venezolanos) traficantes de órganos, por lo que conviene a las autoridades transparentar la investigacion, para que la instrucción preparatoria del proceso penal sea creíble.
Personalmente no quiero creer que Rosa Iris Maite fuera víctima de una muerte, en partida doble, primero, para violarla y, segundo, para extraerle sus órganos vitales para venderlos en el extranjero para hacer transplantes.
Eso incluye investigar de nuevo a Pedro Antonio Rodríguez Santana (Yoyo) con relación a su viaje a Colombia, en colaboración con la policía colombiana, para establecer qué lo motivó a viajar a ese país, dónde quién se hospedó, con quiénes se reunió y qué vínculos anteriores al viaje había con las personas que lo recibieron y qué tan confiables son esas personas.
Naturalmente, esta indagatoria debe estar condicionada a los hallazgos que pudiera arrojar la autopsia del cadáver Rosa Iris Maite. Si determina que no hubo extración de órganos, Yoyo quedaría automáticamente fuera de la insvetigación, pero en la circunstancia actual sigue siendo sospechoso.
Este asesinato y violación a la infanta higüeyana es complejo y las investigaciones no deben ni pueden quedarse en el ámbito de una telenovela, donde se narra «que cuando la infanta pasó por el frente de su casa, Santo Cedano la llamó y le pidió que le comprara un refresco en un colmado cercano y de regreso la invitó a entrar a llevarle el referido refresco y fue cuando la agarró, la desnudó, la tiró al suelo, la violó y en respuesta a la amenaza de denunciarlo que alegadamente le hizo la niña, la ahorcó y también la apuñaló».
Estos criminales fríos, que se suman a las búsquedas de los desaparidos/as y a los funerales, y que dejan que lleven a otros a la cárcel en su lugar, son capaces de las peores atrocidades, aberraciones y componendas. Nada les es ajeno, pero hasta prueba en contrario, hay que demostrarles los hechos e investigar con profesionalidad y cuidarse de dejar sospechas de complicidades de parte de las autoridades.
Faltan las piezas más importantes y sobran detalles que en un juicio de fondo no son concluyentes. Pero lo peor es que en Higüey las autoridades, las iglesias y las organizaciones de la sociedad civil no se han empantalonado, no se han empoderado ni denunciado a la policía y al Misnisterio Público y mucho menos han exigido al Procurador General de la República una investigación forense profesional, que despeje las dudas que ensombrecen la desaparición y muerte de Rosa Iris Maite.
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