¿Por qué los dominicanos aplauden cuando aterriza el avión?: Adriano Miguel Tejada y César Mella lo explican
El pasado sábado en la tarde, Ana Vásquez, trabajabadora social, directora ejecutiva del CIDEL, y Denis Mota Álvarez, director y editor de este periódico, y presidente de la Fundación Solidaridad, veníamos juntos de Manizalez, Colombia, donde participamos en el XII Congreso Iberoamericanos de Municipalistas, con escala en Panamá, y cuando íbamos aterrizar en el Aeropuerto de Santiago, nos sorprendió el hecho de que todo transcurrió en santa calma, lo que nos dejó expectantes y sorprendidos. No hubo aplausos.
Entonces la pregunta ¿por qué los dominicanos aplauden cuando un avión aterriza? El historiador y periodista, Adriano Miguel Tejada, director de Diario Libre, y el siquiatra, César Mella, tienen las respuestas:
La costumbre de aplaudir puede ser tan antigua y extendida como la propia humanidad. Casi siempre este ejercicio se realiza para denotar cierto grado de aprobación. Entre los dominicanos, por ejemplo, se aplaude luego de un aterrizaje exitoso, ya sea al llegar a tierras extranjeras o al momento de pisar suelo nacional.
En un artículo publicado por el historiador Adriano Miguel Tejada en su libro Reforma, Institucionalidad y Cultura Política de 1994, titulado “¿Por qué los dominicanos aplauden en los aviones?”, se explica que el fenómeno refiere a la expresión de miedos ocultos causados por la inseguridad de encontrarse en un medio no seguro, “donde las posibilidades de supervivencia en caso de accidente son extremadamente reducidas (p. 313)”.
“Al mismo tiempo, el miedo a la tecnología que no acaba de ser aceptada con toda su seguridad. El miedo a la tecnología es una de las enfermedades de los tiempos modernos”, reseña Tejada en el artículo publicado originalmente en 1992 en Última Hora.
El aplaudir tras el aterrizaje de un avión parece ser una marca país de los dominicanos
El autor, que consultó a un psicólogo y a un poeta para la elaboración del ensayo, señala como otro factor el temor que genera la aventura hacia lo desconocido, que es cada viaje en un avión, y la suma de la soledad y el encierro por largas horas en un espacio reducido y lejano a la tierra (p. 314).
El aplauso no es más que una forma de acercarnos, argumenta Tejada. “En el avión regularmente viajan personas de parecida condición socioeconómica, de cercana preparación y hasta de cercanos lazos de amistad personal o profesional, pero cada quien va solo”.
No obstante, el psicólogo César Mella entiende que éste es un ejercicio respiratorio y circulatorio que viene a consecuencia de una tensión acumulada y el cuerpo lo libera por medio al aplauso.
Mella dijo que la hiper-expresividad onomatopéyica del dominicano hace que busque la manera de celebrar ante cualquier tipo de eventualidad.
Para los quisqueyanos cualquier cosa es un ‘’can’’, sea un bautizo o matrimonio, incluso hasta los mortuorios en ocasiones generan motivos de celebración en las personas. Es por eso que un aterrizaje sin problema constituye una festividad a la vida y de haber salido del peligro.
‘’El aplauso siempre se hace contagioso, porque generalmente las personas que lo inician son las más extrovertidas y expresivas, las cuales también tienen la costumbre de hacerlo en cada viaje. Entonces el júbilo que inicia con cinco o seis personas, se universaliza y se observa desde la primera clase, hasta la cola del avión’’, sostiene Mella.
Según expresó el experto, en ocasiones los norteamericanos cuando vienen en condición de azafatas se maravillan con esta curiosa costumbre, que con el paso de los años se ha extendido a otros países, pero que es una marca país de los dominicanos, y de su capacidad para festejar cualquier cosa en la felicidad, tragedia y el peligro.
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