La reunión de mr. Donald Trump con los gobernantes del Caribe insular

POR FERNANDO FERNANDEZ DUVAL

El viernes pasado el presidente de Estados Unidos, mr. Donald Trump, se reunió con sus homólogos de Santa Lucía, Haití, Jamaica Bahamas y República Dominicana, en su lujosa villa personal, Mar-a-Lago, dotada de campos de golf, piscinas, amplias habitaciones, exuberantes y paradisíacos jardines, con un hermoso mirador frente al mar, ubicada en la Florida, donde suele pasar sus asuetos.

De acuerdo al twitter publicado por el presidente Trump en los días previos a la reunión, los temas que iban a tratar fueron la situación venezolana, “las dañinas relaciones comerciales con China” de América Latina y el Caribe y la proliferación del narcotráfico.

Semanas antes se había reunido por separado con los presidentes sudamericanos Sebastián Piñera, de Chile; Iván Duque, de Colombia; Mauricio Macri, de Argentina; y Jair Bolsonaro, de Brasil.

Con estos presidentes, la agenda desarrollada por Trump no fue dada a conocer ni antes, ni después de efectuada la reunión, como fue la anunciada con los presidentes caribeños.

¿Por qué Donald Trump y su equipo importantizarían en estos momentos las relaciones de su país con América Latina y el Caribe?

En mi artículo de la semana pasado publicado el 20 de marzo de 2019 en www.diariogente.com planteé grosso modo que Estados Unidos estaba perdiendo la guerra en Siria, como consecuencia de ésta, su influencia en el Medio Oriente y que a causa de esa derrota esté pensando en su patio trasero de América Latina, cito:

“Estados Unidos se enseñoreó desde 1989 como la única potencia posible hasta la emergencia en tiempos recientes de China y Rusia como potencias que le disputan el control político, comercial y militar del mundo, lo que indudablemente ha generado los conflictos militares en el Oriente Próximo y en la península de Corea, la guerra comercial con China y las disputas por rutas de navegación que están reconfigurando el mapa mundial y que Estados Unidos esté pensando en su abandonado patio trasero de América Latina y el Caribe, después sobre todo de los espacios de influencia que Rusia comienza a tener para sí con la importante ocupación por parte de los rusos de la estratégica península de Crimea y su papel en el conflicto sirio, que avizora una dura derrota para Estados Unidos y sus aliados en el ajedrez político de esa región”.

Después de terminada la reunión, el presidente dominicano, Danilo Medina, que casi no dialoga con los periodistas, les dijo tres informaciones importantes a los reporteros que estaban allí cubriendo el evento en Mar-a-Lago, luego ratificadas y ampliadas por el ministro administrativo de la presidencia dominicano, quien lo acompañó en el viaje, junto a otros altos funcionarios de la seguridad y la asistencia personal del primer mandatario.

Primera: que República Dominicana contribuiría a buscarle una salida a la crisis venezolana, pero en paz (¿?).

Segunda: que ni el tema venezolano, ni la cuestión de las relaciones con China fueron tratados en la agenda que desarrolló el presidente Trump.

Tercera: que los temas abordados estuvieron circunscritos a la cooperación de Estados Unidos con los países de la región.

Cuarto: que Estados Unidos creará una comisión que visitará los países presentes en el plazo de noventa días para darle seguimiento a los acuerdos arribados con éstos.

De esta declaración del presidente Medina, donde afirmaba que los temas abordados fueron exclusivamente el desarrollo y la cooperación, se pueden colegir y plantear a modo de conclusión dos hipótesis básicas:

Una, que dada la situación mundial, con la emergencia de China, Rusia, India y otras potencias regionales, existe actualmente una preocupación por parte de Estados Unidos por la región con la finalidad de rediseñar su estrategia de dominación política y económica hacia América Latina y el Caribe, tal como he planteado en la cita anterior.

Dos, que en el supuesto de que la cuestión china y venezolana no fueran abordadas expresamente en esa reunión del viernes pasado, sí estuvieron presentes como los supuestos implícitos subyacentes que motivaron el encuentro; por tanto, no debe descartarse que en las reuniones sucesivas con la comisión estadounidense, se expongan abiertamente los temas venezolano, cubano, nicaragüense y chino sacados de la manga para iniciar un proceso de negociación conveniente a los intereses de Estados Unidos “de dame y toma”; método que responde a una vieja práctica de la diplomacia de los imperios coloniales de la vieja Europa del siglo XIX, y del propio Estados Unidos, sobre todo cuando hay asimetrías de fuerzas entre los países, como son los casos.

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