Haití como Sísifo repitiendo su historia, vive prácticamente un escenario de guerra civil

POR FERNANDO FERNANDEZ DUVAL

Desde el 7 de febrero, el mismo día que Jovenel Moise cumplió dos años en el cargo, Haití vive prácticamente un escenario de guerra civil, en la cual una parte de su población se ha sublevado en contra del gobierno ante la indiferencia de los organismos y medios noticiosos internacionales, entretenidos con la situación venezolana.

Desde el mes de junio del año pasado un grupo de enardecidos dirigentes políticos y líderes de organizaciones variopintas salieron a las calles a protestar tras un aumento en los precios del combustible que le costó el cargo al primer ministro Jack Guy Lafontant, jugada que sirvió de escudo para salvar el pellejo de Jovenel Moise, de quien se pedía la cabeza.

Las medidas de aumento del combustible, formaron parte de un ajuste fiscal recomendado por el Fondo Monetario Internacional (FMI) para corregir el pronunciado boquete del déficit fiscal que arrastra el gobierno haitiano desde hace mucho tiempo y del que han tratado de mantener tapado artificialmente con algunos empréstitos y donaciones puntuales para que dicho déficit no termine poniendo de bruces su débil economía, apoyada en las ayudas y donaciones internacionales.

Las medidas recomendadas por el FMI en julio obligaron a devaluar el gourde, a encarecer el dólar y los bienes y servicios de la economía haitiana.

A pesar de que el gobierno dejó sin efecto esas medidas para complacer los reclamos populares, las protestas y la violencia continuaron al grado máximo, poniendo en jaque a todas las autoridades del gobierno, exigiendo la renuncia del presidente de la República.

En septiembre y noviembre de ese año los haitianos salieron nuevamente a las calles para exigir el esclarecimiento de la supuesta malversación de los fondos de Petrocaribe, el acuerdo por el cual Venezuela suministra petróleo en condiciones favorables a varios países caribeños.

¿Es realmente la situación económica-social de la población pobre solo el motivo de esas movilizaciones y del estado de violencia que sacuden con fuego a las principales ciudades haitianas?

  • Un examen exhaustivo de la cuestión haitiana nos hace pensar de que a pesar de que su economía está atrapada en sus propios límites de funcionamiento, impuestas por recetas neoliberales en los años noventa y prácticamente sin salida, si no se produce un cambio del modelo de reproducción y acumulación de riquezas, ya que la misma está concentrada cada vez más en pocas personas, especialmente en manos del capital internacional comercial que se ha instalado allí y que se impuso con la salida de la familia Duvalier del poder y el quiebre de su agricultura, dejándola prácticamente a merced de donaciones internacionales y del flujo de remesas que envían los haitianos que viven en el exterior.

 

  • El resultado de ese modelo, mas el sismo de 2010 que destruyó una parte de Puerto Príncipe y mató a más de dos mil personas y los últimos fenómenos meteorológicos que han afectado la isla, arrasando con lo poco que le quedaba de su agricultura, de la cual no se ha podido recuperar, han hecho a la economía haitiana vulnerable a los cambios de los precios del petróleo y de las importaciones de alimentos, lo cual se manifiesta en su tasa de crecimiento en 2018 de 1,2%, muy baja, de acuerdo a la Comisión Económica para América Latina de la Organización de las Naciones Unidas (CEPAL), agravando la existencia de la población, cuya tasa de pobreza extrema crece con suma rapidez y es mayor al 80% de los hogares.

Ese contexto, obviamente, donde las instituciones son débiles, o son usualmente figuras metafóricas, que solo viven en el imaginario de la elite intelectual perfumada y de su clase dominante, son el caldo de cultivo de cualquier sociedad para que la población muestre inconformidad e indiferencia con las políticas gubernamentales y se lancen a las calles a pegar fuego con la tea en las manos, sin que la norma o la regla, para regular los procesos sociales políticos y económicos, sirva de mecanismo de cohesión y control, generando el caos, la confusión y acciones violentas sin apego a fines, propias de los Estados y sociedades anómicas.

En el caso haitiano hay mucha hierba seca para prender una llama e incendiar la pradera, aunque ese contexto no es el único motivo de las ardientes protestas.

Detrás de esas masas desesperadas y enardecidas, existen otros intereses de clases que no son los suyos propiamente dichos, que buscan la salida intempestiva del gobierno de Jovenel Moise, los cuales responden, lo mismo que el gobierno en bandolera, a los organismos internacionales que deciden junto a Estados Unidos, Canadá y Francia la suerte de los haitianos, a las transnacionales, a las familias poderosas que vienen de los días de la colonia y que tienen su dinero depositados en los paraísos fiscales, y a los Clinton, dueños de la principal mina de oro, y que mantienen todos juntos bajo su tutela a la nación haitiana.

A esos sectores se les suman los viejos partidos y movimientos de viejo y nuevo cuño, que aglomeran a románticos duvalieristas con aristidistas, a militaristas con intelectuales de izquierda y de derecha, a clérigos católicos con sacerdotes del vudú, protestantes y otros; todos sin ningún tipo de ideología, ni una plataforma programática con la imagen objetivo de la nación haitiana deseada; revolcados unos con otros, o reburujados en una consigna, solo con el propósito de sacar del gobierno a Jovenel Moise para poder dirigir, controlar y representar el poder político para repetir la historia de los últimos cuarenta años, tal como lo plantea el politólogo Harold Pierre, quien insiste, según aparece en el Diario Libre en fecha 18.2.2019, “en que la salida de la situación haitiana sería la dimisión de Moise para que asuma un gobierno de transición que tome las medidas necesarias y al que sí se le daría el tiempo para que se vean los resultados”, un poco como Sísifo, el dios griego condenado por Zeus a empujar cuesta arriba por una montaña una piedra que, antes de llegar a la cima, volvía a rodar hacia abajo, repitiéndose una y otra vez el frustrante y absurdo proceso.

 

1 Comment

  • Jose

    Muy buen artículo. Noto que la posición del politólogo haitiano que plantea un gobierno de transición igual a lo que se está ejecutando en Venezuela. Hay otros elemento que destacar, la participación de agentes externos como causa de la situación haitiana, sobre todo la parte que tiene que ver con los fondos de Petro Caribe y los recursos para la reconstrucción de Haití. En conversaciones que he tenido con amigos haitianos tanto en Jaiti como en USA hay politicos dominicanos señalados como parte del robo de los fondos destinados para Haití.

    19 febrero, 2019 at 3:18 pm

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