Dereck Walcott, premio Nobel de Literatura, falleció este viernes

El poeta caribeño Dereck Walcott ganador del Premio Nobel de Literatura en 1992

El poeta caribeño Dereck Walcott ganador del Premio Nobel de Literatura en 1992

El poeta caribeño Dereck Walcott, ganador del Premio Nobel de Literatura en 1992, falleció a horas tempranas de este viernes, en su isla natal Santa Lucía, a la edad de 87 años de edad.

Del 2010 al 2013, el autor del gran poema épico “Omeros”, se desempeñó como profesor de poesía de la Universidad de Essex, una de las instituciones británicas mejor reconocidas por sus altos estándares de enseñanza e investigación.

El poeta, novelista, dramaturgo y ensayista también ganó en 2011 el importante Premio T. S. Elliot, entre otros muchos premios durante su vida.

En 2008 Dereck Walcott fue el principal invitado a la Feria Internacional del Libro de Santo Domingo.

Recuerdos de una visita

Dereck Walcott era hijo de una mujer negra y de un pintor blanco británico. Su obra poética le debe a la obra de otro gran poeta, como él Premio Nobel, quien fuera su amigo: el ruso Joseph Brodsky, pero le debe también a toda la poesía ancestral de procedencia africana.

El poeta dominicano León Félix Batista, quien fuera su acompañante y traductor como Invitado de Honor de aquella Feria Internacional del Libro de Santo Domingo, tradujo al español el poema “Forty Acres: a poem for Barack Obama” ( Cuarenta acres: un poema para Barack Obama).

Texto íntegro del poema en español

Cuarenta acres de tierra: un poema para Barack Obama

Autor: Dereck Walcott

Traducción al español: León Félix Batista

Emerge un emblema del tumulto, un grabado:

un joven negro al alba con sombrero de paja y overol,

un emblema de imposible profecía, muchedumbre

dividiéndose como el surco arado por una mula,

separándose para su presidente: un campo de algodón

nevado

de cuarenta acres de extensión, de cuervos con presagios predecibles

que el joven labrador desdeña por sus memorables

ancestros de cabellos de algodón, mientras, alineada en una rama, hay

una tensa

corte de búhos con gafas y, en el borde lejano

del campo,

un espantapájaros burlón apunta hacia él con rabia.

El pequeño arado continúa en esta página con líneas

más allá de la tierra quejumbrosa, el árbol del linchamiento, la venganza negra del tornado,

y el joven labrador siente el cambio en sus venas,

corazón, músculos, tendones,

hasta que la tierra yace abierta como una bandera cuando la firme

luz del alba raya el campo y los surcos esperan al sembrador.

 

 

 

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